Para quienes
consideramos que el desempleo es uno de los mayores problemas de España, si no
el mayor, la semana pasada fue muy esperanzadora. El flamante Presidente de
Gobierno nombró a sus 17 ministros. La primera plantilla del nuevo equipo
político pasó de 13 a 17 jugadores. Pese a lo que pudiera parecer, el empleo
aumentó en un número más cercano a 17 que a 4. Los ministros cesantes pasaron a
ser jugadores en la reserva. Disfrutarán del sueldo completo durante un tiempo
y luego les quedará una renta vitalicia que ya les gustaría a muchos jóvenes.
La semana
entrante también promete ser buena para el empleo. Cada ministro elegirá a sus
altos cargos: secretarios generales, subsecretarios, directores generales…
Muchos de los cesados también disfrutarán de privilegios de por vida. Su complemento
de destino ya no será el que le correspondía como funcionario raso sino el de
director general.
“¡Pero eso ha
pasado siempre!”, me dirá el lector crítico. Sí y no. Antes, el relevo de las plantillas
tenía lugar cada cuatro años. La novedad del multipartidismo beligerante en el
que nos hemos instalado ahora es el acortamiento de los plazos de relevo. Esto
significa que el número de personas cobrando como altos cargos políticos (sueldos
o pensiones) puede multiplicarse por dos, tres o cuatro.
Estas cifras
empiezan a ser significativas al multiplicarlas por las 17 comunidades
autónomas y por el centenar de grandes municipios y por los miles de organismos
públicos en unas y otros. El problema de la inestabilidad política que acelera
el cambio de plantillas es común a todos ellos.
¡Curiosa
manera de solucionar el problema del paro! En lugar políticas de empleo estamos
ensayando maneras alternativas de emplear a las hordas inagotables de políticos
y aspirantes a políticos.
La Tribuna de Albacete (11/06/2018)