domingo, 25 de marzo de 2018

Sor Elvira y el poder de la cruz


Entramos en la Semana Santa. Mientras oía a los cofrades afinando sus instrumentos me preguntaba: ¿Ha servido para algo la muerte de Cristo en la cruz? A juzgar por las noticias de prensa parece que no. Los mandamientos básicos (no matar, no robar, no mentir) eran violados hace 2000 años y lo siguen siendo. Afortunadamente hay otras realidades que nos devuelven la esperanza, aunque no sean noticia.
    Un matrimonio amigo me habló recientemente de las Comunidades del Cenáculo, fundadas por sor Elvira hace 30 años y que ya cuentan con 50 centros en 15 países. En su compromiso por ayudar a los drogodependientes sor Elvira apostó por el método de la “Cristoterapia”. Y no le na ido nada mal. En sus comunidades no hay medicinas, ni sucedáneos de droga, ni psicólogos. Solo oración, trabajo y amistad.
  Trabajo duro para acostumbrar a los jóvenes a la disciplina y devolverles la satisfacción del deber cumplido. Ellos producen con sus propias manos y lavan sin lavadora. Nada más llegar un compañero les recibe con estas palabras: “Hola, soy tu ángel guardián. Ya sabes que las puertas del cenáculo están siempre abiertas. Pero si deseas curarte habrás de aguantarme como a tu sombra las 24 horas del día. Y no trates de engañarme que yo también he sido drogadicto y conozco todas las tretas del oficio”.
           Al parecer hay fármacos capaces de cortar la dependencia. El problema es la recaída tan pronto como retornan a sus ambientes. De ahí que sor Elvira dé tanta importancia a la formación religiosa y la oración. Hemos de recordarnos mutuamente, aconseja, que Jesús murió por nosotros. Y que sigue a nuestro lado para dar sentido a nuestra vida y encaminarla hacia la libertad y felicidad.  
          Gracias, sor Elvira, por demostrarnos que la cruz de Cristo sigue sirviendo, y mucho, a las personas que se dejan ayudar.

La Tribuna de Albacete (26/03/2018)