lunes, 26 de febrero de 2018

Ocio libre o forzado


                ¿Acabarán las máquinas y robots con nuestros puestos de trabajo? Es una de las preguntas recurrentes de la humanidad desde la Revolución Industrial. Schumpeter acuñó en 1912 el término de “destrucción creadora” para explicar que las nuevas tecnologías crean más puestos de trabajo que los que destruyen. Los datos del siglo XIX y XX confirman esta hipótesis. No así los que resultan a la revolución informática (TIC) que está marcando el siglo XXI. Keynes enfocó el tema de otra manera en la conferencia sobre “el futuro económico de nuestros nietos” pronunciada en Madrid el 10 de junio de 1930. Dentro de 100 años, concluyó, tal vez podamos atender nuestras necesidades fundamentales trabajando 15 horas a la semana.
                Aunque las predicciones de Keynes no se han cumplido sí marcan tendencia. Autónomos excluidos, la jornada laboral española no pasa de 7 horas diarias, 230 días al año. ¿Cuál debería ser la jornada laboral para conseguir integrar a los 3,8 millones de parados y a los que, contra su deseo, trabajan menos de cuatro horas diarias?  –Unas 5 horas, calculo.
La continua mejora de las condiciones laborales desde la Revolución Industrial ha sido fruto del aumento de la  productividad y se ha manifestado por dos vías: aumento del salario real por hora y reducción del número de horas trabajadas. Acortar la jornada laboral en épocas de crisis implicaría una caída del salario que los sindicatos difícilmente van a aceptar. Pero no podemos ignorar que para ocupar al mayor número de personas es necesario que los futuros incrementos de productividad se traduzcan básicamente en reducciones de la jornada laboral.
Keynes deseaba animarnos a disfrutar del creciente tiempo libre. Yo me he permitido recordar que sólo quienes tienen un puesto de trabajo, aunque sea de 5 horas, disfrutan del tiempo libre.
La Tribuna de Albacete (26/02/2018)