lunes, 6 de marzo de 2017

Escaramuzas de la guerra ideológica del siglo XXI

Lo más preocupante es que el colectivo LTGB 
pueda utilizar la escuela como laboratorio social 
y los niños del vecino como conejillos de indias

 La crónica social de la semana pasada estuvo marcada por dos noticias que tienen más elementos en común de lo que pudiera parecer a primera vista. En Madrid circuló un autobús con este mensaje: “Los niños tienen pene; las niñas tienen vulva. Que no te engañen”. A los miembros del colectivo LGTB y a todos los organismos políticos madrileños les faltó tiempo para paralizar ese autobús que incitaba al odio contra los niños transexuales.
La segunda noticia ocurrió en las Palmas de Gran Canaria. El Carnaval 2017 fue ganado por un grupo que presentaba a Cristo y la Virgen vistiendo y actuando como transexuales. La única voz discrepante fue la de nuestro antiguo obispo Francisco Cases. Los actores, el público, las autoridades y los medios de comunicación, todos a una, vitorearon la maravillosa expresión artística.
Imaginemos que las cosas hubieran sucedido al revés. Que la propaganda del autobús hubiera dicho: “Hay niños con vulva y niñas con pene. Así de sencillo”. O que el ganador de la Gala Drag Queen de Gran Canaria hubiera sido un grupo que ridiculizaba los iconos del universo LTGB. ¿Qué hubiera pasado? Sabemos que nada pasó en el País Vasco cuando hace dos meses despertó con esa propaganda. Respecto al segundo supuesto, no hace falta ser profeta para intuir un fuerte revuelo político y un castigo ejemplarizante a los organizadores del evento.
Estas son solo las primeras escaramuzas de la guerra ideológica del siglo XXI. Lo más preocupante es que el colectivo LTGB pueda utilizar la escuela como laboratorio social y los niños del vecino como conejillos de indias. Esto me reafirma en mi cruzada por el vale escolar. Los padres emplearían el vale otorgado por la autoridad académica para matricular a sus hijos en el colegio que más confianza les merezca. Me temo que los centros con un cartel que diga “aquí se explica y practica ideología de género”, habrán de cerrar pronto sus puertas por falta de alumnado. Por lo que a mí respecta, yo les llevaría a mis hijos a un colegio donde colgara esta pancarta: “Aquí sólo se enseña ciencia y sentido común”. 

 La Tribuna de Albacete (6/03/2017)