La mejor reforma institucional es la que logra alinear
los intereses personales con el interés colectivo
En el 2008,
justo antes de la crisis, la tasa de paro española rondaba el 8%. En 2012 subió
al 26%. Para los mismos años, en Austria la tasa osciló entre el 2,5 y el 5%.
¿Cómo explicar estas diferencias? ¿Tendrá algo que ver el sistema de cobertura
del desempleo vigente en cada país?
No es el
único factor en juego, cierto, pero deberíamos tenerlo muy presente a la hora
de combatir el paro de larga duración, la principal lacra de la economía
española. Nuestro sistema de subsidios no estimula la búsqueda diligente de
trabajo. A compañeros que han tenido la desgracia de quedarse en paro, les he
oído decir: “Me lo voy a tomar con filosofía. El primer año a disfrutar de la
prestación que me corresponde. Luego a buscar trabajo". Recuerdo un
compañero que, en la crisis de los ochenta, pidió a la empresa que le
despidieran para preparar oposiciones. Hoy es inspector de trabajo.
En
Austria el parado es el primer interesado en encontrar un puesto de trabajo
cuanto antes. El sistema de capitalización que allí rige le quema en el
bolsillo. Una parte de sus cotizaciones mensuales va a un fondo especial que
podrá utilizarse en caso de desempleo. Un mes en paro, le haría perder,
digamos, el diez por cien del fondo acumulado. Si se mantiene en esa situación
durante diez meses lo perderá todo y habrá de conformarse con una renta
asistencial mínima. Quien al final de su vida laboral tenga el fondo repleto
podrá utilizarlo en su jubilación… o dejarlo en herencia a los hijos. ¿Entienden
ahora por qué los austriacos se afanan por encontrar un puesto de trabajo?
PP
y Ciudadanos han incorporado a sus programas electorales el sistema de
capitalización del seguro de desempleo. Si llegaran a gobernar en algún tipo de
coalición posiblemente se verían obligados a cumplir su promesa. Sería una
reforma positiva para la economía nacional y para los propios parados.
No está en
manos de los políticos crear empleo, pero sí deben ocuparse en crear las
condiciones propicias para que los empresarios lo creen y los trabajadores lo
busquen. La mejor reforma institucional (y la única que tiene efectos duraderos
a largo plazo) es la que logra alinear los intereses personales con el interés
colectivo. La mochila austriaca es un buen ejemplo por cuanto anima a los
trabajadores a buscar empleo y deja recursos disponibles para otros fines. Su
gestión y costes de transición son mucho más simples que los del sistema de
capitalización de las pensiones. Claridad de ideas y voluntad política es todo
lo que se necesita.
La Tribuna de Albacete (7/12/2015)