Acuerdo energético de máximos
que ha requerido y requerirá mucha energía
La noche del
pasado sábado las estrellas de Paris iluminaron toda la tierra, y eso que es
redonda. Demostraron que el hombre es capaz de lo peor y lo mejor. De
contaminar el planeta por un puñado de beneficios a corto plazo. Y de levantar
la mirada hacia las generaciones futuras aunque debamos rascarnos el bolsillo y
cambiar nuestra forma de producir y consumir. En París, 196 países se
comprometieron a frenar las emisiones de CO2 para evitar el calentamiento
global. Ello nos obliga a sustituir la energía fósil por las energías verdes
antes de mediados de siglo. Un acuerdo energético de máximos que ha requerido y
requerirá mucha energía.
El objetivo concreto
es que, a finales del siglo XXI, la temperatura en la superficie de la tierra
no supere en 1,5 grados a la que había antes de la Revolución Industrial. Al
ritmo de contaminación actual, ese umbral hubiera sido rebasado en un par de
décadas y en 2100 estaríamos cuatro grados por encima de la temperatura de 1800.
Es un
acuerdo vinculante. Aquí radica la diferencia con el protocolo de Kioto de 1997
del que se desmarcaron los mayores contaminantes del planeta: EE.UU. y China. Sin
imponer obligaciones concretas, el Acuerdo de Paris deja claro que a partir del
2020 todos y cada uno de los países deberán explicar las medidas que están
realizando para reducir emisiones.
Que nadie
sueñe en un proceso sencillo. ¿Qué pasará si el Senado estadounidense se niega
a ratificar el acuerdo? ¿Y si China lo ratifica pero no lo cumple? ¿Y si las
empresas energéticas exigen una indemnización billonaria por las plantas que
han de cerrar? ¿Y si los ecologistas no consienten la energía nuclear que otros
ven como la vía de transición?
Los países en vías de
desarrollo son los que tienen más motivos para quejarse. “Vuestro desarrollo
(dicen mirando a Europa y Norteamérica) se basó en la quema de carbón y
petróleo. ¿Por qué nos negáis a nosotros esa energía barata? Los 100.000
millones anuales que hoy nos prometéis pueden quedar en agua de borrajas cuando
llegue la primera crisis económica”. Será en esas circunstancias, no en la foto
de París, cuando se demuestra que el hombre es capaz de lo mejor.
La Tribuna de Albacete (14/12/2015)