El drama político surge cuando la razón queda desplazada
por el corazón, la bilis o el bolsillo
Hace muchos
años, cuando estudiaba en la Universidad de Barcelona, me matriculé en un curso
de lengua y cultura francesa. He olvidado el idioma pero no una confidencia de
la profesora. “El típico ciudadano francés está muy dividido: el corazón a la
izquierda, el bolsillo a la derecha y la cabeza en el centro”. Para explicar
los resultados electorales españoles del pasado 24 de mayo habría que añadir un
cuarto elemento: la bilis.
El vuelco
electoral del 2015 tiene algo que ver con las ensoñaciones del corazón una vez
superada (o eso dicen) la crisis económica que aupó a la derecha en 2011. Me
temo, sin embargo, que los aventureros de las últimas elecciones no se han
regido por el corazón sino por la bilis. Tal es su hartazgo con la política y
los políticos, que no les importaría dinamitar el sistema para empezar de cero.
El organismo
humano precisa de la bilis segregada por el hígado para acelerar la digestión. Unas
gotas de bilis también pueden contribuir a dinamizar la política y la economía
del organismo social. Dar una patada indignada al partido que lleva gobernando
un ayuntamiento o comunidad más de doce años parece razonable y positivo. Posiblemente
sea la única manera de levantar las alfombras y hacer limpieza a fondo. En este
sentido habría que aplaudir el vuelco electoral que se ha producido en Madrid,
Valencia, Barcelona y otros ayuntamientos y autonomías. Lo irracional es lo que
ocurre en Andalucía. Allí, durante la presente legislatura, el PSOE superará a
Franco en años de poder y todavía se atreve a echarle las culpas de su actual atraso
económico, educativo… La última Comunidad en casi todos los registros, menos en
corrupción. Irracional sería también que los ciudadanos siguieran confiando en
Podemos si son incapaces de hacer lo bueno que prometían y sus políticas nos
empobrecen humana y económicamente.
El drama
político no deriva de la división interna de la sociedad y de cada uno de los
individuos que la integramos. El drama y las tragedias surgen cuando la razón
queda desplazada por el corazón, la bilis o el bolsillo.
La Tribuna de Albacete (1/06/2015)