lunes, 8 de junio de 2015

Matar a la gallina de los huevos de oro

El hombre es el único animal
capaz de tropezar recurrentemente con la misma piedra
  
Joseph Schumpeter (1883-1950) es un economista austro-americano, original donde los haya. Se plantea preguntas nuevas y a las preguntas de siempre ofrece respuestas novedosas. En 1942 publica uno de sus libros más sorprendentes: “Capitalismo, socialismo y democracia”. En el primer párrafo plantea las dos cuestiones que más le inquietaban en ese momento: “¿Es compatible el socialismo con la democracia y la libertad? ¿Sobrevivirá el capitalismo?” En el segundo párrafo avanza las respuestas: "NO, los mejores huirían del paraíso socialista".  "NO, el capitalismo morirá de éxito".
El socialismo (que en aquella época se asociaba al comunismo planificado de Stalin) no puede tolerar la crítica a las autoridades que, supuestamente, solo buscan el bien común. Tampoco hemos de esperar que la dictadura del proletariado acepte la libertad individual: los más emprendedores se escaparán.   
La propiedad privada y la libertad de empresa son la clave del progreso económico y social desde los albores del capitalismo, a finales del siglo XVIII. El temor de Schumpeter es que este sistema tan exitoso acabe muriendo de éxito. Es el destino habitual de las gallinas de los huevos de oro que todos tratan de explotar en beneficio propio. De forma progresiva, los sindicatos exigirán a la empresa incrementos salariales por encima de la productividad sin reparar que cuando la tasa de beneficio cae por debajo de cierto umbral no habrá ni inversión ni trabajo. La política se poblará de partidos populistas que compran votos ofreciendo servicios sociales imposibles de financiar. Desde la universidad y desde los medios de comunicación, un número creciente de intelectuales se dedicará a socavar la legitimidad del sistema, comparando las sombras del capitalismo real con el esplendor de un socialismo angelical.
¿Acertó Schumpeter? Aparentemente no. Las economías occidentales crecieron fuertemente tras la Segunda Guerra Mundial. La URSS, en cambio, fue de mal en peor hasta desplomarse en 1989. Pero este no es el fin de la historia. El señuelo de una economía igualitaria dirigida por gobernantes que no buscan más que el interés general, seguirá ejerciendo su atractivo para los jóvenes. En épocas de crisis puede convertirse en la opción dominante. El hombre es el único animal capaz de tropezar recurrentemente con la misma piedra.
NB: he olvidado decir que Joseph Schumpeter no es el típico economista neoliberal procedente de la Escuela Austriaca.  Todo lo contrario. Fue Ministro de Finanzas en la República de Weimar, tubo de ensayo del comunismo democrático y de mercado. La hiperinflación, el desempleo y la crisis fiscal a que dieron lugar, fueron el mejor caldo de cultivo para la llegada de Hitler al poder. El libro que hemos comentado puede interpretarse como la reflexión de un gran intelectual sobre sus errores de juventud. Errores que emanan de una antropología ignorante de la verdadera naturaleza humana.

La Tribuna de Albacete (08/06/2015)