domingo, 26 de abril de 2015

Emigrando al fondo del mar

Parábola del banquete con más comensales que sillas

La fiesta estaba a punto de comenzar. Sobre la mesa el pescado más fino y apetitoso. Solo un problema: había más comensales que sillas … y seguían entrando. El anfitrión baraja varios remedios: (1) Eliminar comensales cerrando la puerta y obligando a saltar por la ventana a los que carecen de silla. (2) Repartir la comida de manera que todos tengan algo que llevarse a la boca, aunque sea de pie. (3) Enseñar a la gente a pescar para que el año que viene todos puedan comer en su casa. El primer remedio es el más fácil aunque cabe el riesgo de una avalancha de pobres que pisotee la comida y a los propios comensales. La redistribución soluciona el problema a corto plazo, pero su “efecto llamada” complica la situación en el futuro. La solución verdadera consiste en enseñar a pescar: “Si das un pescado al pobre lo alimentas por un día, si le enseñas a pescar lo alimentas de por vida”, reza el proverbio.
La parábola del banquete con más comensales que sillas la vemos reproducida cada semana en el Mediterráneo. Hace unos días, a setenta Km de las costas de Libia y 190 de Lampedusa (Italia) se ahogaron 700 de los 800 emigrantes que viajaban hacinados en un pesquero ilegal. Huían del hambre de África subsahariana y de los horrores de las guerras en Oriente Medio. Buscaban la tierra prometida que todos ubican en Europa y muchos la encuentran en el fondo del Mediterráneo
Al día siguiente del naufragio la Unión Europea prometió redoblar sus esfuerzos para evitar otra tragedia similar. Más vigilantes en la costa que atajen la emigración ilegal. Más ayuda humanitaria para atender a los emigrantes mientras aguardan la repatriación. David Camerón, fue especialmente generoso: cedió sus mejores equipos de rescate con la condición de que ninguno de los rescatados pisara el Reino Unido. Vamos, que seguimos aplicando el remedio de la caja (1), con alguna medida redistributiva procedente de la caja (2).
Hablamos de remedios, que no de soluciones. La solución verdadera (la de “enseñar a pescar”) requiere un esfuerzo de mente, corazón y manos al que los países ricos no estamos acostumbrados. 

La Tribuna de Albacete (24/04/2015)