miércoles, 16 de octubre de 2013

Ética universal

Quien no vive como piensa acaba pensando como vive

La Segunda Jornada del grupo Universitas lleva por título “Hacia una ética universal. ¿Es posible? ¿Es deseable?” Tendrá lugar el viernes 18 de octubre en la Facultad de Educación de Albacete. Si hace cuatro o cinco años me hubieran invitado a un acto así hubiera buscado cualquier excusa para ausentarme. Un proyecto sobre ética universal me parecía entonces imposible y contraproducente. Traía a mi mente esa ética de mínimos que acaba disgustando a todos. O el fantasma de un pensamiento único impuesto desde arriba a base de decretos, control de las escuelas y control de los medios de comunicación.
Las experiencias vividas en estos últimos años me han hecho cambiar de opinión. Urge abordar a todos los niveles el tema ético. Nadie duda que la crisis económica en la que estamos inmersos hunde sus raíces en el comportamiento inmoral de quienes especulaban con dinero ajeno y de los ciudadanos de a pie que aplaudíamos a los nuevos ricos. La corrupción de los políticos llena las primeras páginas de los medios de comunicación, pero no se preocupen ustedes que no irán al paro, volveremos a votarles. ¿Y qué decir de la manipulación de vida humana? Las pesadillas descritas en el “Mundo feliz” de Huxley se están quedando cortas. Urge poner las rayas rojas en la bioética antes de crear un mundo inhumano. Todos altos, con ojos azules y un coeficiente intelectual de 140 que utilizaremos para machacar al prójimo.  
¿Cómo acercarnos a esos valores y principios éticos que humanizan a la persona y favorecen la convivencia? Esta es la pregunta que hoy nos planteamos y que trataré de responder con una metáfora alpina. Imaginemos a tres expediciones que ascienden a la cumbre por tres caras diferentes de la montaña. ¿Cómo conseguirán ayudarse en la ascensión o, por lo menos, no entorpecer la marcha? La alternativa más fácil sería dejar que cada miembro de cada grupo obrara a su antojo. El problema de esta opción relativista es que lo que hace uno afecta a los demás y, al final, no queda más remedio que imponer unas normas. El relativismo se da entonces la mano con el positivismo jurídico que confunde (deliberadamente) la legalidad con la moralidad.
Los resultados prácticos del relativismo-positivismo no son muy diferentes de la alternativa fundamentalista. Cada grupo trata de atraer al resto a su posición convencido de que sólo hay una vía para llegar a la cumbre y ellos están obligados a pasar por el tubo que yo diseñe. Al final, todos desconfían de todos y llegamos al más estéril inmovilismo. La reflexión y el diálogo quedan prohibidos para evitar posibles contagios.
La tercera alternativa busca consensuar los principios éticos. Es la ética de mínimos que nos obliga a descender a la base de la montaña o incluso más abajo, pues el pozo de la (in)moralidad no tiene fondo. Todos los códigos religiosos y filosóficos comparten tres mandamientos: no matar, no robar, no mentir. Entiendo que sería un buen punto de arranque. Pero si buscáramos el consenso por encima de todo habríamos de tragar todo tipo de excepciones. Cada vez hay más personas que aceptan el homicidio si la víctima no siente, que justifican sus robos para no sentirse inferiores a sus semejantes (todos roban), y que a la mentira le llaman “estrategia defensiva”. Por esta vía maquiavélica (“el fin justifica los medios”) llegaremos pronto a la antítesis de la ética.
          Afortunadamente hay una cuarta alternativa. Yo animaría a los exploradores a seguir ascendiendo hacia la cumbre, reflexionando sobre el camino más adecuado en cada circunstancia y siendo coherentes con lo que piensan. De proceder así, las expediciones cada día estarán más cerca de la cumbre y entre ellas; las posibilidades de un diálogo constructivo aumentarían. Esta es la conclusión de Benedicto XVI de quien me he inspirado en la construcción de la metáfora alpina de la ética.   San Ignacio de Loyola subrayaría la importancia de la coherencia: “Quien no vive como piensa acaba pensando como vive”.


La Tribuna de Albacete (16/10/2103)