miércoles, 24 de abril de 2013

La magia (a veces negra) del crédito

En las economías modernas, la verdadera máquina multiplicadora del dinero 
es la banca comercial.


No hay varita mágica que valga para solucionar los problemas de la economía real o productiva. Los ministros de Economía y Hacienda no pueden sacar conejos de la chistera para alimentar a la población, ni automóviles para exportar y equilibrar las cuentas exteriores. Para exportar esos coches se requiere la previa existencia de fábricas capaces de producir los mejores coches al mejor precio. 
Las finanzas, por el contrario, nos trasladan a un mundo mágico. El BCE puede crear tanto dinero como quiera dando vueltas a la máquina de imprimir dinero. De todas maneras, conviene dejar claro que, en las economías modernas, la verdadera máquina multiplicadora del dinero es la banca comercial. Cada vez que un banco concede un crédito está creando depósitos que sirven como medios de pago y equivalen,  por tanto, al dinero. En el activo del banco A aparecerá un crédito de 100 euros y en su pasivo (en la cuenta corriente del prestatario) un aumento de depósitos por idéntica cantidad. La devolución de este crédito, en su momento, equivaldrá a una destrucción de dinero. Mientras tanto, esos depósitos que se mueven de una cuenta a otra habrán dado liquidez al  mercado.
En el actual sistema de reservas fraccionarias, la expansión del crédito está limitada por el coeficiente de caja, que el BCE fijó y mantiene en el 2%. La verdad es que este límite es tan bajo que ya nada restringe. Todos los bancos mantienen su liquidez por encima del mínimo legal. Canadá ha bajado a cero el coeficiente de caja sin que se haya apreciado cambio alguno. El verdadero límite a la creación de dinero por la banca proviene de la prohibición de descubiertos. Los cien euros que aparecieron en la cuenta del prestamista del banco A pueden acabar en otra cuenta corriente del banco B. Ello obligará al primer banco a solicitar esa misma noche un crédito en el mercado interbancario.  Si los restantes bancos nacionales también se encuentran en una situación crítica pues el dinero se desvía a importaciones y depósitos el extranjero, habrán de acudir al BCE.
“Algún as guardas debajo de la manga”, dirán mis lectores. “Si tan fácil resulta crear dinero, ¿por qué no somos todos ricos ya?” –Porque el dinero no es riqueza. El dinero solo la crea cuando moviliza recursos para producir bienes. Cuando un crédito financia actividades productivas, la oferta y la demanda de bienes aumentan a la par. No habrá problemas de inflación, a no ser que la economía esté creciendo por encima de su tasa potencial y sea difícil importar mercancías o atraer emigrantes. Por el contrario, cuando el crédito se destina a comprar tierras o acciones, la oferta no puede seguir a la demanda y el impacto recae siempre en los precios. De ahí la facilidad con la que se forman burbujas en el mercado inmobiliario y bursátil. Y de ahí la importancia de una regulación bancaria que discrimine según el destino del crédito. Esa debiera ser la estrella orientadora de la reforma del sistema financiero.
El desconocimiento de la naturaleza del dinero-crédito ha llevado a muchas decisiones equivocadas que amenazan con convertir la crisis de un banco en una crisis bancaria y ésta, en una crisis económica general. No olvidemos que la magia es bidireccional y puede teñir todo de negro. Pongamos el ejemplo de Bankia. Tras valorar los activos al precio de mercado, los inspectores europeos encontraron un agujero superior a 10.000 millones de euros y ordenaron recapitalizar el banco. Dos observaciones. La primera es que ese agujero podría haber sido el doble o la mitad según los criterios adoptados y el momento de valoración. La segunda, es que la recapitalización en un momento de crisis, es el peor castigo que se puede infligir a la economía: el ahorro morirá en la caja de los bancos en vez de alimentar la inversión productiva. La alternativa hubiera sido dejar operar a Bankia para ver si era capaz de seguir concediendo créditos y captando depósitos en condiciones competitivas. De haberle dado esta oportunidad, es posible que las páginas de la prensa de hoy estuvieran llenas de ofertas positivas de Bankia, en vez noticias alarmantes sobre la viabilidad del sistema financiero español. 


La Tribuna de Albacete (24/04/2013)