miércoles, 7 de noviembre de 2012

De deudas, arenas movedizas y rescates

Sabrás que has caído en la trampa de la deuda cuando,
hagas lo que hagas, acabas más endeudado … y a un interés creciente

                Sabrás si has caído en la trampa de la deuda cuando, hagas lo que hagas, acabas más endeudado … y a un interés creciente. Los españoles (familias, empresas, bancos y administraciones públicas) sabemos mucho de eso.
                La trampa de la deuda se asemeja a las arenas movedizas. Ambas situaciones se caracterizan por el mismo trágico sino (hagas lo que hagas acabas más atrapado) y por la necesidad de un rescatador externo. Los exploradores que han tenido la desgracia de adentrarse en arenas movedizas tienen dos opciones, a cada cual peor.  Si permanecen inmóviles se hundirán inexorablemente; pero si se empeñan en escapar corriendo también acabarán hundidos, además de agotados. La ayuda mutua entre los náufragos de arenas movedizas sirve de poco. El salvador ha de venir de fuera. Desde terreno firme, alguien de un peso considerable ha de lanzar una cuerda a la que los náufragos puedan agarrarse. La solución definitiva requiere el drenaje del terreno.  
                La traslación del símil al terreno económico es evidente. Imaginemos que, en la situación actual, y tras leer a Keynes, el Ministro de Economía trata de dinamizar la economía española con un nuevo plan “E” de inversiones públicas y/o transferencias sociales. El déficit público se dispararía y otro tanto ocurriría con la prima de riesgo y los tipos de interés. La magia del multiplicador keynesiano desaparece en una economía altamente endeudada. Por una parte, la carga de la deuda reduce la deuda disponible de donde nace el consumo inducido. Por otra, la misma propensión al consumo (y por ende el multiplicador) se reducen cuando casi todas las familias están obsesionadas por reducir deudas.
                Los efectos de la vía alternativa, llamémosle austeridad, no son mejores. Al reducir el gasto público se reduce la demanda agregada y con ella la renta y los impuestos. Si para cerrar el círculo se aprueban nuevos impuestos el resultado puede ser todavía pero para las arcas públicas y la economía privada. El aumento del IVA puede acabar en una pérdida de la recaudación si la producción y el empleo siguen en caída libre. El 22% de cero es cero (estoy pensando en el nuevo tipo del IVA aplicado a las nuevas viviendas).
                La ayuda mutua entre los agentes económicos del mismo país suele ser insuficiente, cuando no perniciosa. Sabemos que la crisis financiera internacional se fraguó en las finanzas. Los bancos reclamaron la ayuda del gobierno, arrastrando al pozo de la deuda a más de uno. Islandia e Irlanda constituyen los casos más llamativos. En el sur de Europa fueron los bancos quienes socorrieron a sus respectivos gobiernos quedando ellos atrapados antes de conseguir el objetivo. En España tenemos experiencias para todos los gustos; en cinco años hemos pasado de una crisis de deuda privada a otra de deuda pública para acabar en una crisis bancaria
                Como en arenas movedizas, el rescatador ha de venir de fuera. En la vieja Europa, este no puede ser otro que la UE y, más concretamente, el BCE. No basta cualquier tipo de actuación. Los rescates orquestados por la UE y el FMI hasta la fecha (dos a Grecia y uno a Portugal e Irlanda) son como una cuerda floja que te permite agarrarte y sacar el cuello de vez en cuando; nada de despegar. La liberación auténtica requiere un drenaje en condiciones del terreno financiero. El BCE debería comprar en el mercado secundario y a los actuales precios de saldo, la deuda soberana de los países entrampados, al menos la que está en manos extranjeras. El siguiente paso sería reestructurarla para que todos puedan pagarla (no para exonerar a los pródigos). Los estados deberían devolver el 100% de sus préstamos pero no 3 años al 6% de interés, sino en 20 años al 3% original. Sólo a partir de ese momento el Estado podría empezar a pensar en la consolidación fiscal y ésta dejaría de ser una losa para la recuperación de la economía privada. Sólo a partir de este momento la economía española podría reemprender una senda de crecimiento financieramente sostenible.

La Tribuna de Albacete (7/11/2012)