miércoles, 17 de octubre de 2012

Premio Nobel de la Paz para la Unión Europea

Quienes critican el Nobel del 2012
demuestran una ignorancia supina de la historia europea.

“El el Premio Nobel de la Paz 2012 se ha adjudicado a la Unión Europea por su contribución a la paz y la reconciliación, a la democracia y los derechos humanos en Europa desde hace más de seis décadas”. Thorbjörn Jagland, presidente del Comité Noruego del Nobel concluyó su discurso recordando que “La UE había transformado Europa de un continente de guerras a un continente de paz”.
No es una más de tantas frases bonitas. En sus 62 años de vida las instituciones europeas han cometido muchos pecados de acción y omisión. Evidente. Pero más evidente y digno de valoración es su contribución a la paz en un continente que ha estado siempre en pie de guerra. De una escalada belicista que llegó a dos guerras mundiales en la primera mitad del siglo XX. La tercera, probablemente sería la última. Quienes critican el Nobel del 2012 demuestran una ignorancia supina de la historia europea.
                Históricamente, las estrategias europeas por la paz han oscilado en dos direcciones. Unos estadistas buscaron un equilibrio de poderes que disuadiera el uso de la fuerza. Lo único que consiguió fue eternizar las guerras. ¿Se imaginan ustedes una guerra de treinta años o de cien?  Pues las hubo. Julio César, Carlo Magno, Napoleón y Hítler entendieron que solo creando un gran imperio (bajo su dirección, claro está) la paz estaría asegurada. Sus guerras fueron más cortas, pero más sangrientas. La UE representa un cambio de estrategia. Su objetivo es crear una comunidad de intereses tan fuerte que ningún país deseara la guerra, aunque solo fuera por la evidencia de que tendría mucho que perder y poco que ganar.
                La idea partió de un francés, Robert Schuman, cuyo apellido refleja bien que en Europa siempre ha habido una mezcla de razas y nacionalidades que estaban condenadas a convivir. En su calidad de Ministro de Exteriores del General De Gaulle (aun sin pertenecer al mismo partido) se entrevistó a menudo con los presidentes de Alemania occidental (Konrad Adenauer) y de Italia (Alcide de Gaspari). Les unía el objetivo de la paz como bien supremo y la fe católica como fuente de inspiración. No estamos hablando de una fe superficial; tanto Schuman como de Gaspari están en proceso de beatificación. Conscientes que las minas de Alsacia y Lorena habían sido un foco histórico de conflictos políticos propusieron crear un ente supranacional que las gestionara. Así se constituyó la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) en 1951, embrión de la actual UE.
Al comprobar que la población europea acogió de buen grado la cesión de soberanía y que el mismo De Gaulle (chauvinista donde los haya) deseaba colgarse la idea de la CECA como mérito propio, los padres de Europa se animaron a crear un mercado único con aranceles únicos y una política agraria común. Fue un proceso in crescendo tanto por el número de países miembros como por las competencias transferidas a las autoridades europeas. El Tratado de Roma de 1957 aprobó la Comunidad Económica Europea (CEE) para los seis países originarios, a los que pronto se añadirían otros seis. El Acta Única de 1986 refuerza la autoridad europea tras la incorporación de Grecia, España y Portugal. El Tratado de Maastrich de 1992 crea la actual Unión Europea que ha crecido hasta 27 Estados tras la incorporación de los países de Europa del Este.
                En un mundo donde las fuerzas centrífugas y las tentaciones separatistas han estado siempre a flor de piel y han sido motivo de continuas guerras, la UE ha sabido crear unos valores por los que vale la pena ceder parte de la soberanía nacional y unas instituciones donde los enfrentamientos sólo son verbales y con sordina (el traductor nunca habla enfadado).
                El Nobel de la Paz de 2012 debe recordarnos a los europeos que la naturaleza humana es frágil e inclinada a la violencia.  Y ha de ser un motivo de esperanza. Si hemos sido capaces de vivir en paz durante 60 años, ¿no podremos continuar en ella durante 60 veces 60 años?

La Tribuna de Albacete (17/10/2012)