El Presidente de España compareció el
30 de octubre ante una Comisión de Investigación del Senado para esclarecer si
era el número uno de una trama de corrupción donde están implicados los más
altos cargos del PSOE, amén de sus familiares más allegados, los que comparten mesa
y techo en el Palacio de la Moncloa. Entre los temas a dilucidar:
¿cómo justificar que en Ferraz entregaran a esos gerifaltes sobres llenos de
dinero en efectivo?
Los portavoces aprovecharon para restregar
en la cara del Presidente tales obscenidades, antes de lanzarle preguntas que
había de responderse con un monosílabo: “SÍ o NO”. So pretexto de
contextualizar las acusaciones, el compareciente aprovechó para revertir las
acusaciones al PP, y aseverar que el PSOE de Zapatero y Sánchez es lo más
limpio y transparente que ha conocido la democracia española. Cuando el
compareciente ya había olvidado la pregunta que le había formulado, el portavoz
de turno vociferaba: “SÍ o NO”. Sánchez respondía complaciente: “ese detalle no
me consta, del otro no me acuerdo”. Así hasta 50 veces.
Nuestro Presidente espetó que se sentía
en una comisión de difamación en el circo del Senado. Posiblemente, lo
del circo fue su única verdad, y bien que se empeñó en hacer durar el
espectáculo cinco horas. Yo, que estaba celebrando mi cumpleaños, puse como
música de fondo a los payasos de la tele: “Había una vez un circo…”. Recordé
los “Esperpentos” de Valle Inclán y la película de Cantinflas, “Su excelencia”,
donde un político gana el premio de hablar más horas seguidas sin decir nada. Recordé
también aquella frase de Gila: “Oiga, si usted no es el asesino, por qué lo
mató”. El inminente sketch de Mota sugiero que se titule “De cómo esquivar la verdad
sin que te tiemble la voz”. ¡He ahí el mayor mérito del Presidente.
Mi conclusión. Carpetazo definitivo a las
comisiones de investigación. Los hechos presuntamente delictivos, directamente
al juzgado.
La Tribuna de Albacete (3/11/2025)