La semana pasada Albacete acogió el XXI aniversario del Foro Judicial Independiente (FJI). Su presidente, el magistrado Fernando Portillo, empezó agradeciendo al ministro de Justicia, Sr. Bolaños, su presencia al acto. El único objetivo del FIJ, abrió el Sr. Portillo, consiste en blindar la independencia del poder judicial frente a los tentáculos del Gobierno. El Foro, aclaró, no está adscrito a ninguna de las asociaciones judiciales claramente alineadas con los bandos políticos. Asume las indicaciones del Consejo General del Poder Judicial, pero critica que también allí los políticos esgriman sus cuotas de poder.
Las bofetadas siguieron durante media
hora. El ministro solo tenía fuerzas para cambiar la mejilla expuesta. Su
perenne sonrisa acabó hueca. Tras agradecer la disposición del ministro a resolver
todos los problemas, Portillo espetó a no repetir la práctica de los años
anteriores: cambiar el nombre de las salas sin aumentar los medios humanos y
materiales de la Justicia. Peor sería que culminara su intento de multiplicar
el número de jueces sustitutos que el ministerio se encargaría de preparar y
asignar. El veterano juez ratificó que las oposiciones judiciales y la
experiencia en el cargo habrían de ser los únicos requisitos para la entrada y
el ascenso en la carrera judicial.
El ministro no se libró de un serio
varapalo por la segunda de las reformas que auspicia: quitar la instrucción
judicial de las causas penales a los jueces para asignárselas a los fiscales.
La propuesta, advirtió, es especialmente peligrosa en España donde la fiscalía
sigue un esquema piramidal que culmina en un fiscal general directamente
nombrado por el presidente del Gobierno.