La semana pasada advertimos que la
creciente politización de nuestras vidas es la carcoma que está destruyendo
nuestra civilización. Lo ilustramos con la invasión política de la justicia, la
religión y el fútbol. El apagón total del pasado lunes negro pone en evidencia los
peligros de politizar el sistema energético.
En nuestro compromiso por llegar al
fondo de los temas, no vamos a buscar el chivo expiatorio del apagón sino
reflexionar sobre las características de un buen sistema energético. Los
objetivos a cumplir son: eficiencia para atender las necesidades energéticas del
país, seguridad en el suministro y en la protección de vidas humanas,
sostenibilidad ecológica y precio asequible. Francia presume de haber
conseguido la máxima calificación con una sola fuente, la nuclear. Otros países,
empezando por España, prefieren un “mix” de fuentes que se compensen entre sí.
Las
energías renovables tradicionales (hidroeléctrica y nuclear) deben suministrar
la energía de base. Su inercia y potencia mantienen operativo cualquier sistema
y son capaces de recuperarlo en cuestión de minutos. Gracias, nucleares
francesas, por venir a nuestro rescate hace una semana.
La
energía de origen fósil (carbón, petróleo y gas) es la más cara y contaminante,
a la vez que nos hace depender de otros países. La estrategia suicida de España
consiste en abandonar la nuclear comprando gas ruso y montando ciclos
combinados bajo presión de los poderes energéticos tradicionales.
Las energías
renovables de nueva generación (parques solares y eólicos) son tan baratas y
limpias como la nuclear. Lamentablemente son intermitentes y carecen del
potencial e inercia suficientes para compensar los desajustes entre oferta y
demanda. Están llamadas a desempeñar un importante papel en el sistema
energético español. Pero de ahí a suministrar el 81% de la energía, desplazando
al resto de las fuentes, como ocurrió el 28 de abril…
Mensaje
del lunes negro para para los políticos:
no politizaréis la energía.
La Tribuna de Albacete (06-05-2025)