lunes, 26 de mayo de 2025

Ojos que no ven...

 

El Banco Central  es la institución económica más importante de un país. De él depende la creación de dinero legal, esos billetes que lubrican la economía real pero también pueden sumergirla en el caos de la inflación. De ahí que a los bancos centrales de cada nación se les otorgara una independencia política solo equiparable a la de los jueces.

La creación de la UME y el euro eliminó las competencias monetarias del Banco de España (BE) y demás bancos nacionales. Siguen quedándoles dos funciones claves que reclaman su independencia. La primera es la regulación y control de los bancos comerciales que, a través del engranaje créditos-depósitos, suministran más del 90% de los medios de pago. Esto es el dinero bancario. La segunda, es el estudio riguroso y actualizado de la situación de la economía nacional, de su potencial de crecimiento no inflacionista y de sus riesgos. Lo hace a través de su Servicio de Estudios que en el caso de España publica regularmente varios documentos entre los que destacan: el “Informe Anual” y las “Cuentas Financieras”.  Nuestra confianza en estos documentos como profesores o gestores de la economía, se basa en la calidad científica de su personal y la independencia política de la institución.

Lo que sucedió la semana pasada puede marcar un antes y un después. La alarma sobre la colonización política del BE saltó en Septiembre de 2024, cuando P. Sánchez nombró Gobernador del BE a uno de sus ministros, José Luis Escrivá. La intromisión política se evidenció la semana pasada con la dimisión de Ángel Gavilán, Director General de Economía del BE y responsable de su Informe Anual. Al parecer, Escrivá eliminó del Informe el capítulo de pensiones que cuestionaba la reforma que él mismo había introducido dos años atrás. Las referencias críticas al déficit y deuda pública, o las propuestas sobre políticas de productividad vivienda quedaron aguadas.  

Una vez más, se impuso la táctica del avestruz: ojos que no ven…

La Tribuna de Albacete (25/05/2025)

domingo, 18 de mayo de 2025

El dólar, ese privilegio exorbitante de los EE.UU.

 

Tras la II Guerra Mundial, los “aliados” se reunieron en Bretton Woods para organizar el sistema de pagos y finanzas internacionales. El Plan Keynes apoyaba la creación de una divisa internacional (el bancor) gestionada por un organismo independiente. El representante del Tesoro Americano, Mr. White, consiguió imponer una plan creado a medida de sus intereses.  La moneda internacional sería el dólar, si bien EE.UU. se comprometía a canjear dólares por oro a un tipo fijo. ¡Puro farol! Cuando, el general De Gaulle viajó desde Francia para que le cambiaran sus reservas de dólares por oro, EE. UU. reconoció que no era factible y poco después (1971) abolió la convertibilidad. El patrón oro llegaba a su fin.

            El privilegio económico más exorbitante de los EE.UU. ha consistido en poder pagar en cualquier parte del mundo imprimiendo su propia divisa. Hasta el presente, la sobreimpresión no le ha generado problemas de hiperinflación, pues son muchos los países que desean atesorar en dólares sus reservas monetarias. Las cosas están cambiando en el siglo XXI. El privilegio americano ha empezado a erosionarse desde el momento que algunos prefieren monedas de países más solventes como el euro o el yen. Cuando la ventaja monetaria desaparezca por completo, EE.UU. comprenderá que no le queda más remedio que competir con el resto de países mediante mejoras tecnológicas a las cuales van ligados salarios y consumo. El aumento de aranceles que propone Trump parecerá, entonces, tan ridículo como declarar una nueva guerra mundial enseñando los tirachinas.

Entendemos que, para acabar con este tipo de privilegios monetarios, la solución consiste en introducir una criptomoneda controlada por un organismo independiente que la proteja de hackeos, especulación y manipulación política. Ese día, Keynes se levantaría de su tumba para afirmar: “Algo parecido propuse yo en 1944”.

La Tribuna de Albacete (19/05/2025)

domingo, 11 de mayo de 2025

Los aranceles de Trump. Error en el diagnóstico y en la terapia

 

Make America great again (“Devolvamos la grandeza a América”). Este es el slogan que llevó a Trump a la presidencia de los EE.UU. Lamentablemente. ninguno de sus asesores le advirtió que el declive de EE.UU. no es solo de índole económica y que su crisis económica no se debe solo al déficit comercial. La solución que le proponen es decepcionantemente simple. “Elevar los aranceles de cada producto en proporción al déficit comercial con cada país hasta conseguir el equilibrio en la balanza de pagos". Con la UE bastaría subir los aranceles un 10%. La media de aranceles con China habría de subir un 100%. Una auténtica sentencia de muerte al libre comercio internacional.

Los inspiradores de estas propuestas demuestran el desconocimiento de los principios económicos básicos. El primero es la emigración del capital financiero y de los trabajadores hacia los países que ofrecen mejores remuneraciones. Si los políticos no cortan tales movimientos hemos de esperar una igualación de la tasa de beneficio y el salario. En caso contrario, serán las propias empresas americanas quienes se trasladen a países con unas condiciones de seguridad aceptables, como China. Con el tiempo las empresas chinas aprenderán a producir todos los bienes con la tecnología y la eficacia de la mejor empresa americana, conservando la ventaja de unos salarios mucho más bajos. Ahí está la ventaja china que también tenderá a erosionarse, a no ser que algún dictador lo impida.

Los estadounidenses y europeos, debemos ser conscientes que liderar la innovación tecnológica es la única manera de mantenerse en la cabeza de la carrera económica y militar. Más importante, EE.UU. y la UE deben saber que la grandeza de un país se mide, fundamentalmente, por el grado de protección de la libertad, la democracia y los derechos humanos. Y que la felicidad de las personas depende de variables que escapan a las manipulaciones de economistas y políticos.

En conclusión, la guerra arancelaria de Trump yerra en el diagnóstico de la enfermedad norteamericana y en la terapia para curarla.

La Tribuna de Albacete (12-05-2025)

domingo, 4 de mayo de 2025

No politizaréis la energía

 

La semana pasada advertimos que la creciente politización de nuestras vidas es la carcoma que está destruyendo nuestra civilización. Lo ilustramos con la invasión política de la justicia, la religión y el fútbol. El apagón total del pasado lunes negro pone en evidencia los peligros de politizar el sistema energético.

En nuestro compromiso por llegar al fondo de los temas, no vamos a buscar el chivo expiatorio del apagón sino reflexionar sobre las características de un buen sistema energético. Los objetivos a cumplir son: eficiencia para atender las necesidades energéticas del país, seguridad en el suministro y en la protección de vidas humanas, sostenibilidad ecológica y precio asequible. Francia presume de haber conseguido la máxima calificación con una sola fuente, la nuclear. Otros países, empezando por España, prefieren un “mix” de fuentes que se compensen entre sí.

               Las energías renovables tradicionales (hidroeléctrica y nuclear) deben suministrar la energía de base. Su inercia y potencia mantienen operativo cualquier sistema y son capaces de recuperarlo en cuestión de minutos. Gracias, nucleares francesas, por venir a nuestro rescate hace una semana.

               La energía de origen fósil (carbón, petróleo y gas) es la más cara y contaminante, a la vez que nos hace depender de otros países. La estrategia suicida de España consiste en abandonar la nuclear comprando gas ruso y montando ciclos combinados bajo presión de los poderes energéticos tradicionales.

               Las energías renovables de nueva generación (parques solares y eólicos) son tan baratas y limpias como la nuclear. Lamentablemente son intermitentes y carecen del potencial e inercia suficientes para compensar los desajustes entre oferta y demanda. Están llamadas a desempeñar un importante papel en el sistema energético español. Pero de ahí a suministrar el 81% de la energía, desplazando al resto de las fuentes, como ocurrió el 28 de abril…

               Mensaje del lunes negro para para los políticos:  no politizaréis la energía.

La Tribuna de Albacete (06-05-2025)

Aranceles, un retroceso de cien años

           La ciencia económica nació a principios del siglo XIX con la demostración de que la Economía no es un juego de suma cero. Cuando una empresa o un país producen más y mejores bienes, no lo consiguen  a costa del trabajo, o de las empresas competidoras o del resto de países. Todos pueden salir ganando. Los  los ciudadanos y empresas del país importador disfrutarán de bienes de consumo y de capital mejores  y más baratos. El equilibrio macroeconómico requerirá, eso sí, que esos países sean capaces de exportar los bienes y servicios sobre los que tienen algún tipo de ventaja comparativa. La competencia internacional les estimulará a ser más eficientes para conseguirlo. En eso consiste el progreso de las naciones.

Aunque la teoría clásica sobre las ventajas del comercio internacional fue rápidamente aceptada por los economistas de todas las escuelas, los políticos siguieron en sus trece: era necesario proteger la industria nacional con prohibiciones y aranceles.  No fue hasta 1947 cuando la comunidad internacional organizó el GATT, un sistema de acuerdos arancelarios entre naciones que habrían de generalizarse a todos los países  y productos. A través del "principio incondicional de la nación más favorecida”, cualquier país tenía derecho a que se le aplicaran las ventajas concedidas a otros. Despacio, pero sin pausa, la media de aranceles fue bajando en todo el mundo.

En 1995, el sistema de acuerdos nacionales del GATT dio paso a un organismo internacional con fuerza para imponer unos principios generales y resolver los posibles conflictos. Es la Organización del Comercio Internacional, OMC.

La plena apertura al comercio internacional sigue siendo difícil. Todos entienden, sin embargo, que salirse del sistema implicaría una renuncia a las muchas ventajas del comercio internacional. Temen, además, que otros países reaccionen con represalias. Como las que generaron las guerras comerciales de principios del siglo XX, antesala de las guerras mundiales.

Así hasta que llegó, Mr. Trump.

La Tribuna de Albacete (21/'4/2025)