UNIVERSITAS-UCLM es un foro de discusión interdisciplinar donde
profesores y estudiantes debaten sobre las bases antropológicas y éticas de la
ciencia, la cultura y las instituciones. La Jornada del 2025 se centró en las “Fronteras
científicas y éticas de la IA”.
La
primera pregunta que nos planteamos fue si la inteligencia artificial (IA) constituía
una etapa más en la revolución de las tecnologías de la información y
comunicación (TIC) o marcaba una auténtica revolución en la historia de la
humanidad, como sostienen los más atrevidos. Desde 1980 las TIC consiguieron tratar
un banco inmenso de datos a una velocidad de vértigo para responder a las preguntas
previamente introducida en internet. Desde 2020, la IA ha multiplicado por 100
o 100 millones los inputs de internet, al tiempo que aceleraban el proceso de
tratamiento. La IA ha refinado los algoritmos para el análisis (hoy les llaman
“redes neuronales”). La IA se aplica a nuevos campos e interacciona con
nosotros en un lenguaje más humano (“chat”). Eso no ocurre por generación
espontánea. Las máquinas necesitan ser entrenadas durante miles o millones de horas. Eso sí, una vez que aprenden los
patrones son capaces de aplicarlos a nuevos datos en una fracción de segundo.
En algunos casos las preguntas son abiertas y la IA puede tomarse varios
segundos para reconducirlos a los patrones con los que se ha familiarizado. No
importa que el número de patrones sea 10 o 10 millones. El tiempo necesario para
la respuesta siempre se medirá en segundos.
No puedo finalizar sin quitarme el sombrero ante tales avances tecnológicos. No me lo quito ante las máquinas con IA, sino ante las personas que las han ideado y entrenado. Dicen que los humanos solo utilizamos una pequeña parte del cerebro y lo conocemos bastante mal. ¿Se imaginan ustedes lo que podría avanzar la inteligencia humana (y su hija, la IA) si dedicamos más recursos a conocer el cerebro y entrenarle con ejercicios intelectuales adecuados?
La Tribuna de Albacete (24/03/2025)