domingo, 29 de diciembre de 2024

El primer villancico

En una homilía de Navidad, Joseph Ratzinger (futuro Papa Benedicto XVI) afirmó que el primer villancico lo cantaron los ángeles al anunciar el nacimiento del hijo de Dios a los pastores de Belén: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres objeto de su amor”. Otra versión concluye: “y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.

Las dos partes del “villancico” se retroalimentan mutuamente. En el lenguaje bíblico, la paz es fruto de la justicia y el amor. Un mundo en paz sería la mayor gloria que la humanidad puede ofrecer a su creador. Desde el cielo Dios exclamará: “Ha valido la pena crear al hombre. Imitando a Cristo, los hombres pueden convivir y ayudarse entre sí. Y disfrutar de la paz y felicidad para las que fueron creados”.

Cuando los hombres agradecidos acudan a Dios para alabarle y ofrecerle toda clase de bienes, posiblemente oirán: “Gracias por vuestra generosidad, pero yo no necesito nada, lo tengo todo. Lo mejor que podéis hacer por Dios es cumplir su voluntad. Mi mayor deseo es que os améis unos a otros como Cristo os ha amado”.   

La Navidad evoca otras dos realidades fundamentales para la humanidad: la luz de la verdad, y la fuerza de la libertad. Los historiadores cristianos hacen coincidir el nacimiento de Jesús con la fiesta judía de las luces (hanukkab) que todavía se sigue celebrando hoy en día. A partir de ese momento la luz del día ganaba la batalla a las tinieblas de la noche. Una vez quitados del templo de Jerusalén los ídolos que el Rey de Siria había instalado allí, los judíos podían servirle libremente.

Amor y libertad, justicia y paz, verdad y  felicidad. Es lo que más necesitaba la humanidad del año 1 y continúa añorando hoy. ¡Feliz año 2025! Lo tendremos si lo llenamos de estos dones! 

La Tribuna de Albacete (30/12/2024)

domingo, 22 de diciembre de 2024

Dos buenas noticias, por Navidad

 

En los últimos años, las calles de algunas ciudades europeas y las marquesinas de los autobuses anuncian un mensaje tan obvio como desconcertante: “Dos buenas noticias por Navidad: Dios existe … y no eres tú”.

“Dios existe”. Son muchos los que han descubierto indicios de la existencia de Dios en la creación o la vida de los santos. El mensaje de la Navidad es más sorprendente y reconfortante. Ese Dios se ha rebajado a la altura de los hombres para que podamos alabarle e implorarle con toda naturalidad. Es el mismo Dios que dará su vida en el Calvario para salvarnos del pecado que nos esclaviza. Ninguna religión se había atrevido a proponer tal despropósito.

“Tú no eres Dios”. Cuando ignoramos a Dios, acabamos hincando las rodillas ante los becerros de oro o carne que dominan cada época. Y la cosa no acaba aquí. Al final, nos erigimos en dioses y nos creemos con el derecho de exigir a los demás la reverencia debida. No soportamos la menor ofensa de los demás al tiempo que exigimos plena empatía con nuestras debilidades. Como son muchos los que se creen dioses, el conflicto está servido. La rivalidad entre los dioses de las culturas antiguas muestra las consecuencias de una actitud tan ridícula. Ya en el primer capítulo del génesis se nos advierte del peligro de querer ser como dioses. Eva y Adán comieron del árbol de la ciencia del bien y del mal. De la fruta que les hacía creer que eran dioses capaces de santificar todo lo que hacían o dejaban de hacer, al tiempo que condenaban los pensamientos y actos de sus semejantes. Con esa actitud, la convivencia entre los hombres se haría insoportable, la civilización humana acabaría con el hombre.

Cada Navidad es una nueva oportunidad para recordar que tenemos un Dios que se ha encarnado para rescatarnos del pecado sacrificando su propia vida.  ¡Feliz Navidad!

La Tribuna de Albacete (23/12/2024)

domingo, 15 de diciembre de 2024

La estrategia del calamar

 

El calamar se defiende de sus perseguidores arrojando chorros de tinta. La actual política española sigue esa estrategia rebautizada como “fábrica de fango”. La novedad es que está fábrica es capaz de crear tinta cada vez más negra reciclando los ataques del enemigo.  El botón de muestra nos lo ofrece el breve discurso del President of Spain (P.S.) en el 46 aniversario de la Constitución española (CE).

La tragedia de las riadas en Valencia sur, obligaba a mandar un mensaje de solidaridad y, de paso, un dardo contra la extrema derecha que se había atrevido a criticar la inacción del Gobierno para prevenir desbordamientos y ayudar a los damnificados. P.S. sacó pecho para recordar que habían estado allí desde el minuto uno y para cargar toda la culpa de la tragedia del siglo al negacionismo climático de la oposición.

El Presidente aprovechó para reivindicar su constitucionalismo que consiste en crear nuevos derechos y blindarlos frente a la derecha reaccionaria. ¿Quiere esto decir que está dispuesto a acabar con los derechos fundamentales de la CE como la vida y la libertad de expresión? ¿O que buscará un sustituto al Estado autonómico y la separación de poderes?

En un discurso más propio de una campaña electoral, P.S. presumió de que nuestra economía era el motor de la UE y que España gozaba del máximo respeto internacional. La carestía del alquiler y compra de la vivienda, se solucionará cuando las CC.AA. del PP arrimen el hombro. Lamentablemente, las estadísticas son tozudas: la tasa de paro en España dobla la media de la UE y el precio de la vivienda se acelera tras cada reforma gubernamental.  La escalada de deuda e impagos estatales nos aboca a otra crisis como la del 2008.

Moraleja, “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”.

La Tribuna de Albacete (16/12/2024)

domingo, 8 de diciembre de 2024

Cómo matar una Constitución

 

Mientras escribo estas líneas, España celebra el Día de la Constitución. Repaso la prensa para ver qué aspecto resalta cada rotativo. Para mi sorpresa, son pocos los periódicos que se dignan mentar a la Carta Magna y, quienes lo hacen, apenas le dedican un artículo. El olvido es la primera manera de acabar con las mejores personas y obras. 

Peor sería si políticos y ciudadanos la tuvieran continuamente en los labios para escupirla como arma arrojadiza. No puede haber traición mayor a una ley resultante de un consenso y destinada a facilitar la convivencia de millones de españoles. Las reformas del texto constitucional no están prohibidas pero han de respetar los cauces previstos por la propia Constitución. Quienes remueven a su antojo las columnas arquitectónicas no han de extrañarse si el edificio se les cae encima.

La tercera manera de matar una Constitución consiste en ignorar el carácter vinculante de sus preceptos, como si de un texto programático o un pregón de fiestas se tratara. Bajo le excusa de defender el “espíritu” constitucional, algunos leguleyos se sienten libres de imponer su propio espíritu. 

La cuarta  manera de matar una Constitución se consigue cambiando el significado del término “constitucionalidad”. Para dilucidar la validez de una ley o decisión política ya no bastaría  respetar la letra y el espíritu de la Ley de leyes. Sería constitucional todo lo que el Tribunal Constitucional diga que lo es. Y punto. ¡Vía libre al Gobierno que ha conseguido colocar al frente del Constitucional a un jurista que lleva años demostrando total sumisión al Gobierno y que cuenta con el apoyo de suficientes magistrados de su misma cuerda ideológica!

El mejor homenaje a la Constitución española de 1978 consistiría en comprometerse a aplicar su letra y espíritu. La reforma constitucional más necesaria es la que consiga tal objetivo.

La Tribuna de Albacete (9/12/2024)

domingo, 1 de diciembre de 2024

Ética arrojadiza 3 -Bulos

 

“La verdad” destaca entre los valores fundantes de todos los códigos éticos. También en la cultura del pueblo sabio: “La Verdad; no mi verdad” matizó nuestro Antonio Machado. “La mentira” es lo contrario de la verdad. Los mandamientos esculpidos en piedra por Moisés resumen nuestra actitud ante el prójimo en tres verbos: “No matar, no robar, NO MENTIR”.

Los bulos son la forma más eficaz de mentir en la época de internet. Son “mentiras orquestadas” que tratan de confundir a la opinión pública y que internet difunde como la pólvora. Los escándalos son más fáciles de vender que las noticias “normales”. Los medios de comunicación hacen bien en informar de los escándalos. Pero hemos de exigirles responsabilidad.

Sería un error cargar nuestro malestar en la maquinaria de internet y en los medios de comunicación. Parte de la culpa recae en los ciudadanos de a pie (nosotros) que estamos perdiendo el gusto por la verdad y la capacidad de reflexionar sobre la veracidad de cualquier noticia. Contrastar los datos resulta demasiado tedioso para personas criadas en la inmediatez y estimulados por el olor a sangre.

Y no olvidemos a la clase política. A menudo son los políticos quienes lanzan un bulo con la esperanza que provoque un incendio. “Nos conviene que haya tensión”, dijo Zapatero al acabar una entrevista de Gabilondo sin percatarse que el micrófono seguía abierto. Los políticos experimentados son los que responden ante un presunto bulo con otro bulo más descarado. Los que gritan sin titubear y mienten sin pestañear.

El manual de deontología política ha encontrado en la “lucha contra el bulo” su mejor arma arrojadiza.  “Mi verdad” (la de los políticos) se identifica con la verdad a secas; la verdad tradicional ya no cuenta. El objetivo ya no es restaurar la verdad, sino ahogar al adversario con bulos de toma y daca.

La Tribuna de Albacete, 02/12/2024