domingo, 24 de noviembre de 2024

Ética arrojadiza (2). Delito de odio

Seguimos con el análisis de la ética política contemporánea que bien podría subtitularse “ética fluida” (encuentra siempre lo que te interesa) o “ética arrojadiza” (ideal para aplastar al enemigo sin perder el voto de la gente buena). En la primera entrega criticamos la osadía de ahogar los derechos fundamentales del ser humano con una capa de “derechos a medida del grupo que me vota”. En la segunda hablaremos de otra osadía no menos preocupante: tipificar el delito de odio.

El delito de odio se emplea como arma arrojadiza contra cualquier grupo de extrema derecha (es decir, todos los que están a mi derecha), grupo que se atreva a criticar las políticas de los gobernantes o les acuse de presuntos delitos. Supongo que nadie se extrañará cuando la tortilla se dé la vuelta y el nuevo Gobierno cuelgue el sambenito del odio sobre la extrema izquierda y acólitos.

El delito de odio supone un ataque en la línea de flotación del Estado democrático de derecho. No solo quedaría anulada la libertad de expresión sino la mismísima libertad de pensamiento. La primera está recogida en la Constitución. La segunda es tan obvia como el derecho a respirar. Nadie se había molestado antes en legislar sobre cuestiones obvias. Imagino que quienes si pretender hacerlo ahora encargarán a la inteligencia artificial delatar a aquellos cuyo rictus o tono de voz denote odio. Me temo que ningún parlamentario o manifestante podrá librarse de ser acusado de este delito. ¿Habrá celdas para tantos?

Las palabras de Cristo pueden ayudar a focalizar estos problemas y actuar con coherencia. “No juzguéis y no seréis juzgados… porque la medida que uséis la usarán con vosotros… Hipócrita: sácate primero la viga de tu ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano”.

La Tribuna de Albacete (25/11/2024)