domingo, 28 de enero de 2024

Líneas rojas al liberalismo

 Seguimos hablando de los puntos fuertes y débiles del liberalismo. Los liberales se justifican a sí mismos por razones de utilidad. La sociedad es tan compleja, dicen, que resulta imposible ponernos de acuerdo en casi nada. Lo mejor que podemos hacer es consagrar el derecho a la propiedad privada y dejar libre a la iniciativa privada. Los empresarios que producen los mejores bienes al mejor precio obtendrán beneficios al tiempo que generan empleo y sueldos. En caso contrario, pronto serán barridos por la competencia.

Dos dudas me asaltan cuando rasco el fondo del dilema. Desde el punto de vista antropológico hay que recordarles que no tratamos con individuos aislados, sino con personas, seres sociales que necesitan organizarse para tomar decisiones colectivas. Se hace imprescindible, una regulación mínima y una lista de servicios sociales bastante más amplia de la admitida por los liberales-libertarios. La recaudación de los impuestos necesarios para su financiación no es un robo, como insinúa Milei, sino un acuerdo social libremente consensuado. 

Desde el punto de vista ético todos (liberales e intervencionistas) estamos obligados a fundar nuestras decisiones sobre unas bases morales firmes. Cada persona y grupo social debiera considerar las consecuencias de sus decisiones para sí mismo y los demás, en el corto y el largo plazo. La ley natural las expresa en unos mandamientos negativos, a modo de líneas rojas: “no matarás, no robarás, no mentirás”. La DUDH de 1948 las recoge en un catálogo de principios o derechos fundamentales: vida, libertad e igualdad.

A mi entender, la ignorancia de estas líneas rojas es la piedra de tropiezo de muchos liberales. La defensa ciega de la libertad individual. les lleva a admitir la producción y consumo de drogas, o la tenencia de armas, o los ataques a la vida e igualdad de quienes nos molestan. Los corrosivos resultados están a la vista de todos.  

La Tribuna de Albacete (29/01/2024)