domingo, 21 de enero de 2024

Las sinrazones del liberalismo

 La semana pasada hablamos de las “razones del liberalismo”. Para completar la foto, hoy nos corresponde escudriñar sus “sinrazones”. En el ínterin ha tenido lugar el discurso de Javier Milei en Davos. Con la claridad y fuerza que le caracterizan, el presidente argentino puso de relieve la deriva del mundo occidental por capitular ante las ideologías y prácticas intervencionistas que tratan de regular la economía y sociedad desde arriba. Nada dijo de los límites y peligros de las economías de mercado.

 Milei dio a entender que los intervencionistas parten de una teoría económica equivocada. ¿Insinúa, acaso, que la verdad es patrimonio exclusivo de la Escuela Austriaca de Economía (EAE) ideada por un puñado de economistas del siglo pasado (Menger, von Mises, Hayek)? A mí me chirrían dos de sus columnas fundamentales: la teoría subjetiva del valor y el carácter exógeno del dinero. La primera rechaza que pueda haber desempleo involuntario. La segunda responsabiliza de todas las crisis financieras al Banco Central. ¿Absolvería a las instituciones financieras privadas en la crisis financiera global del 2008?

 Pasemos al terreno práctico. El primer error de los liberales-libertarios, aquí representados por Milei, deriva de suponer que el capitalismo de mercado es un sistema estable, capaz de conseguir y mantener el equilibrio de pleno empleo. Tras la Gran Depresión de 1929, Keynes arguyó que, aunque bajaron los salarios, la economía podía estabilizarse por debajo del pleno empleo.

 El segundo error consiste en cerrar los ojos a los “fallos del mercado”, esto es, los generados por agentes económicos que maximizan la eficiencia. Esta conclusión me parece falsa. En ausencia de regulaciones, no quedaría ningún espacio verde dentro de las ciudades y estaríamos obligados a respirar los humos del vecino. ¿Y qué diremos de las personas descartadas del mercado de trabajo por circunstancias ajenas a su voluntad? ¿Les obligaremos a emigrar a otro planeta?

 ¡Viva la libertad, carajo! … pero con sensatez.

La Tribuna de Albacete (22/01/2024)