lunes, 4 de julio de 2022

Revolución lingüística

Hoy es 4 de julio, los estadounidenses celebran el día de su Independencia frente al Reino Unido. Este año celebrarán también su independencia de la hipocresía más nociva, la que cambia el nombre de las cosas para confundir a los ingenuos. La sentencia que anula la doctrina Roe vs Wade se limita a aclarar que el derecho fundamental recogido por la Ley Fundamental Americana (LFA) no es el derecho al aborto, si no el derecho a la vida. No hay nada en la LFA ni fuera de ella que permita considerar la supresión de una vida como un derecho fundamental. Quienes sostienen lo contrario retuercen la ley, el diccionario, la ciencia y el sentido común. La revolución lingüística se ha puesto en marcha.

 El aborto como interrupción del embarazo. Falso. Por definición, un interruptor permite pasar de on a off y viceversa. El aborto no tiene marcha atrás; no es una interrupción del embarazo sino la supresión de una vida.

 El aborto como derecho de la mujer a decidir si quiere ser madre o no. Falso. Esa mujer ya es madre. Su decisión se limita a permitir o impedir el desarrollo del feto (nasciturus).

 El aborto como extirpación de un conjunto de células que no configuran un ser vivo. Y si lo fuera, no sería un ser humano. Falso. Pregunten ustedes a los científicos. Si encuentran más de diez que se pongan de acuerdo en el inicio de la vida humana más allá del cigoto, me comprometo a rectificar.

 El aborto como la solución más humanitaria a los embarazos no deseados. Falso. La solución más humana y civilizada sería ayudar a la mujer en el embarazo y tras el nacimiento. La ayuda incluiría la adopción del bebé en caso de que la madre no se viera con fuerzas para cuidar de él.

 La prohibición del aborto no eliminará los abortos. En eso estamos de acuerdo. La píldora del día después se generalizará. Seguirá existiendo un problema moral, pero será de índole personal. El problema actual es que los implicados en un aborto piensan que hacen algo bueno, presumen de ejercer un derecho bendecido por la ley.

Todo esto parece revolucionario. ¡Y lo es! En las circunstancias actuales no hay nada más revolucionario que llamar a las cosas por su nombre.

La Tribuna de Albacete (4/07/2022)