La inflación ha entrado por la puerta grande en el Debate del Estado de la Nación (DEN) celebrado la pasada semana tras siete años de ayuno. El Presidente le dedicó más tiempo que a ningún otro tema. Como economista, no puedo menos de alegrarme que se otorgue a la inflación la importancia que merece. Y que se aborde de una forma científica, no con los tópicos del curandero. Desde la óptica científica que busca argumentos racionales y contrastados me dispongo a analizar las causas y remedios al problema de la inflación actual.
El diagnóstico resulta claro para todos:
estamos ante una inflación de costes. El precio del gas se ha doblado y sus
efectos se han dejado sentir en los precios de todos los bienes que utilizan gas
de forma directa o indirecta.
Los remedios contra la inflación son
más discutibles. El Presidente insiste en limitar el precio del gas, de los
alquileres y del resto de bienes de consumo masivo. Los economistas advierten
que los límites al precio de mercado suelen provocar una reducción de la oferta.
Se extraerá menos gas y se ofertarán menos pisos en alquiler. La menguante
oferta será adquirida en el mercado negro a un precio desorbitado por los grupos
más pudientes. Todo lo contrario a las proclamas de controlar la inflación reforzando
la justicia social.
La solución alternativa sería abrir
mercados y promover la competencia. Animar a españoles y extranjeros a invertir
en energías renovables. Duplicar los parques eólicos y solares en la España
vaciada podría conseguirse en par de años. Con la llegada de grandes inversores
europeos, americanos o chinos, desaparecerían el oligopolio eléctrico español,
los excesos de demanda gasista y la presión inflacionista.
Como es sabido, las renovables
necesitan un refuerzo para los días sin viento ni sol. Los países europeos se
están convenciendo que el remedio óptimo para Europa son las centrales nucleares. Alemania,
ha sido el último país en apostar por el verde-nuclear. ¿Cuánto tiempo costará
a los socialistas españoles superar la fobia nuclear? Las fobias son propias de
curanderos, no de científicos.
La Tribuna de Albacete (18-07-2022)