El pasado 5 de mayo los tres grupos políticos que nos representan en las Cortes de Castilla – La Mancha (PSOE, PP y Ciudadanos) dieron el visto bueno a la inminente “Ley de diversidad sexual y derechos LGTBI”. En las notas de prensa emitidas por la Junta de Comunidades se deshicieron en elogios sobre la sabiduría que encierra el texto y la buena voluntad de la oposición para aprobarla por unanimidad. Una ley que desarrolla el mandato constitucional y refuerza el estado de Derecho.
Entre amigos. La unanimidad política
es lo que más me sorprende y preocupa. ¿De verdad comulgan todos nuestros
representantes con la ideología de género? ¿Aceptan que las personas nacen
asexuadas y pueden decidir el género a su antojo, o inventarse otro nuevo? Lo
del mandato constitucional no pega ni con cola. El art. 14 de la CE ya defiende
a todos y cada uno. Es, simplemente, un imperativo del lobby LGTBI anidado en
las Naciones Unidas tras la desbandada de jóvenes revolucionarios en Mayo del
68. Fueron reproduciéndose por cooptación y hoy se constituyen un importante
grupo de presión a nivel internacional. ¡Pobre del político que critique la
ideología de género! Ahí acaba su carrera política. Como acaban las
subvenciones de los países en Desarrollo.
La consejera de Igualdad, presumió
de la participación de toda la ciudadanía. ¿Seguro? No me cabe la menor duda
que los grupos del colectivo LGTBI se involucraron a fondo. Pero, ¿se
atrevieron a consultar a los profesores y psicólogos a quienes se les niega el
derecho de objeción de conciencia? ¿Preguntaron a las familias normales, como
la tuya y la mía, que ni siquiera podrán dar su opinión cuando su hijo decida un
cambio quirúrgico de sexo? En un desliz, la consejera admitió que no procedían tales
consultas a una la ley que “había sido hecha para luchar contra los
estereotipos y las ideas preconcebidas, contra el miedo y el sectarismo” (del
99% de la población, añado yo).
Dime de lo que presumes y te diré de
los que careces.
La Tribuna de Albacete (09/05/2022)