Hoy
toca clase de Economía. No se alarmen, lectores, forma parte de la primera
lección del curso “Introducción a la Economía”. Mis alumnos entienden pronto las
ideas básicas, aunque por alguna extraña razón, suelen sacar conclusiones
inadecuadas cuando llegan a alcaldes o ministros.
Primera idea: Las leyes
económicas acaban imponiéndose a las políticas. La ley de oferta y demanda, por
ejemplo, implica que un exceso persistente de demanda empuja los precios al
alza. Si el ajuste de la oferta es muy lento (como ocurre con la vivienda) el
precio se disparará.
Segunda idea: Uno de los peores
ataques a la economía de mercado es la fijación de precios; el mercado se venga
generando efectos contrarios a los pretendidos. En este momento planteo a mis
alumnos un ejercicio. “Suponga que el alquiler mensual medio de una ciudad ronda
los 1000€. En un ataque de generosidad, el candidato a la alcaldía promete que
fijará el alquiler máximo en 500€ y regalará a los colectivos más necesitados
cheques/subvenciones para pagar el alquiler. ¿Qué resultados cabe esperar en teoría? ¿Se confirman estos resultados en la práctica?”.
Tras leer noticias donde se comentan casos históricos de
control de alquileres, la mayoría de los estudiantes responde con conocimiento de causa: “La
oferta de vivienda para alquilar se reducirá. Solo quedarán los peores pisos. Los buenos se
alquilarán en el mercado negro por un precio muy superior a 1000€”. Los alumnos
tampoco caen en la trampa de las subvenciones. “Si la carestía del alquiler
proviene de un exceso de demanda, el cheque-subvención agravará el problema. Lo que
habría que hacer es facilitar es la construcción de viviendas destinadas al alquiler”.
La matrícula de honor se la
llevaría el alumno que diseñara un sistema de incentivos adecuados para
repoblar la España vacía, vacía de hogares y empresas, rebosante de tierras edificables.
Entre las medidas contempladas no
debiera faltar la conexión digital y física con las grandes urbes donde, hoy
por hoy, se concentra la actividad económica.