“No hay mal que por bien no
venga”. La pandemia ha hecho realidad el refrán en muchos campos. A los
profesionales de la educación nos ha enseñado dos lecciones. Primera, las
posibilidades que ofrecen las TIC para enseñar a distancia. Segunda, la
superioridad de la educación presencial sobre la enseñanza online. Lo hemos
constatado en todos los niveles, universidad incluida. Por lo que respecta a la
educación primaria y secundaria, la brecha entre el mundo real y el virtual nos
parece infranqueable.
Los niños y adolescentes
necesitan la presencia de maestros y colegas para separar el mundo familiar del
escolar. Tan pronto como entran en el aula cambian de chip y entienden la
importancia de estudiar, aunque requiera la disciplina que no resisten en sus
casas. La cercanía del profesor permite un seguimiento personalizado,
acompañado con los elogios y reprimendas que cada alumno merece. La presencia
de compañeros les ayuda a caminar alegres al colegio y apretar el paso para no
quedarse descolgados en sus estudios.
La situación sanitaria actual, obliga
a introducir medidas de seguridad que no cambian las esencias y ventajas de la
educación presencial/real. Ha de bajar el número de alumnos por aula, lo que
implica la contratación de más profesores. ¿Ven ustedes algún destino mejor a
los 200.000 millones de euros que nos ha prometido la UE?
Cuando pase la pandemia, los
profesores contratados harán lo posible por amarrar el puesto … y las
administraciones públicas harán bien en retenerlos. Uno de los lastres del
sistema educativo español es el elevado número de alumnos por aula y la falta
de profesores de apoyo que permitan atender a la diversidad del alumnado
concentrado en cada clase.
De hacerse realidad este sueño, mañana
podremos concluir: “No hay mal que por bien no venga”.
La Tribuna de Albacete (7/09/2020)