Todos
estamos muy orgullosos de la civilización occidental. No nos faltan motivos. Sus
logros culturales, sociales y económicos son impresionantes. Debajo de tales
logros encontramos a la iniciativa privada actuando de forma libre y moralmente
responsable, amén de las instituciones que favorecen este tipo de
comportamientos.
Las columnas basilares de esta moralidad se sintetizan en
tres mandamientos: “no matarás, no robarás, no mentirás”. Se corresponden a otros
tantos derechos fundamentales y valores: “la vida, la honradez, la sinceridad”. Si nuestra
sociedad funciona relativamente bien es porque la mayoría de las personas, la
mayoría de las veces respeta estas tres columnas. La casa común (la civilización) se nos caerá
encima el día que destruyamos cualquiera de ellas. En realidad, las tres están
entrelazadas y la casa va cayendo a pedazos.
Cuando los
políticos no tengan reparo de mentir a sus votantes y tapen una mentira
evidente con otra más gorda. Cuando los ciudadanos voten a estos “ingeniosos”
políticos. Cuando la mayoría de los estudiantes presuma de copiar en los
exámenes y sus padres les feliciten… Ese día habremos destruido la columna de
la sinceridad.
Cuando la sociedad encumbre a quienes se han hecho ricos
en poco tiempo, sin reparar en cómo lo han conseguido. Cuando robar deje de ser
un delito si la víctima es más rica que yo. Cuando no podamos irnos de
vacaciones por miedo a que nos ocupen la casa… Ese día habremos destruido la
columna de la honradez.
Cuando el Estado eleve el aborto y la eutanasia a la
categoría de “derecho fundamental”. Cuando la sociedad considere un “progreso”
cualquier forma de acabar con las personas y conductas que molestan… Ese día habremos
destruido la primera de las columnas que sustentan nuestra civilización: el
derecho fundamental a la vida.
La Tribuna de Albacete (21/09/2020)