El 7
de julio de 2020, 150 escritores, artistas e intelectuales de izquierda
firmaron un manifiesto contra la dictadura de lo políticamente correcto. ¡Ya
era hora! Entre ellos figura Noam Chomsky quien en “Guardianes de la libertad”
(1988), había criticado cómo los gobiernos y los grandes grupos editoriales
(todos de derecha) controlaban la génesis y difusión de las ideas. Ahora se lamenta del avance de la intolerancia en la izquierda. La religión universal de lo políticamente
correcto no admite disidentes ni a derecha ni a izquierda, ni a estribor ni a
babor. Un grupo de voceros perfectamente organizados sale en tromba cada vez que alguien se atreve a
cuestionar los nuevos dogmas.
Leamos la Letter of Justice and Open Debate. “El libre intercambio de informaciones e ideas, oxígeno de una sociedad libre, es diariamente reprimido (…) Editores despedidos por publicar textos críticos; libros retirados del mercado; periodistas vetados de escribir sobre determinados temas; profesores investigados por citar textos clásicos (…) Escritores, artistas y periodistas temen por su vida profesional si se apartan de lo políticamente correcto o si no lo defienden con suficiente celo”.
Leamos la Letter of Justice and Open Debate. “El libre intercambio de informaciones e ideas, oxígeno de una sociedad libre, es diariamente reprimido (…) Editores despedidos por publicar textos críticos; libros retirados del mercado; periodistas vetados de escribir sobre determinados temas; profesores investigados por citar textos clásicos (…) Escritores, artistas y periodistas temen por su vida profesional si se apartan de lo políticamente correcto o si no lo defienden con suficiente celo”.
El manifiesto no osa concretar en
qué consiste hoy lo políticamente correcto. Lo diré yo: la ideología de género.
Cualquiera puede insultar o quemar la foto del Presidente o del Rey por ser
quién es. Pero nadie puede criticar las ensoñaciones de los ideólogos de género
ni rebelarse contra sus imposiciones educativas. Bien lo sabe J.K. Rowling, una
de las firmantes del manifiesto. Acaba de ser defenestrada del Olimpo intelectual
por insinuar que también hay que valorar a las mujeres que aceptan su sexo en
lugar de cambiárselo. Ya verán ustedes qué pronto se prodigan las publicaciones
sobre “homofobia en Harry Potter”.