En
los buenos colegios (lo son casi todos) los padres reciben información semanal del
menú del comedor escolar, para su conocimiento y para darles la oportunidad de
llevar un bocadillo casero cuando consideren que algún plato no es apropiado
para su hijo. ¿No podría hacerse algo parecido con las nuevas materias impulsadas
por el colectivo LGTBI que no son de contenido científico-cultural sino
moral-ideológico?
Creo que a
eso se refiere la iniciativa de Vox sobre el “pin escolar”. La respuesta del
Gobierno no se ha hecho esperar. La Ministra de Educación, Isabel Celáa ha
pontificado: “No podemos pensar que los hijos pertenecen a sus padres”. Irene
Montero, Ministra de Igualdad, ha tachado de homófobos a los padres que
reclamen el derecho constitucional a controlar la educación religiosa y moral
de sus hijos. Ya en su propuesta de ley LGTBI de 2017, Podemos negaba a los
padres el derecho a impedir que sus hijos de 10 años conocieran la variedad de prácticas
sexuales a su alcance, y que sus hijos adolescentes cambiaran de sexo a los 16
años.
Estos hechos
me recordaron la aleccionadora historia de la asignatura “Educación para la Ciudadanía”,
una versión light de las que ahora tratan de imponer. Más de 50.000 padres presentamos
objeción de conciencia por entender que la asignatura se prestaba al
adoctrinamiento de nuestros hijos en la ideología de género. El Tribunal
Supremo, hace exactamente 21 años, sentenció la constitucionalidad de la
asignatura no sin advertir que los padres conservábamos el derecho a denunciar
los programas, libros, materiales y charlas que imponían ideologías que estimáramos
nocivas para la formación de nuestros hijos. Bastó esta observación para que se desactivara el interés por “Educación para la Ciudadanía”.
Dos consejos
al Gobierno y centros escolares ante la nueva ofensiva. Primero, respeten la
libertad ideológica y, en particular, la libertad de educación en el marco de
los derechos fundamentales recogidos en la Constitución. Segundo, analicen los
problemas de forma científica; busquen la correlación del adoctrinamiento de
género con el rendimiento académico en las aulas y con la violencia sexual observada
en nuestros jóvenes. ¿O hay alguien que tema a la libertad y la ciencia?
La Tribuna de Albacete (20/01/2020)