domingo, 19 de enero de 2020

Políticos versus padres


      En los buenos colegios (lo son casi todos) los padres reciben información semanal del menú del comedor escolar, para su conocimiento y para darles la oportunidad de llevar un bocadillo casero cuando consideren que algún plato no es apropiado para su hijo. ¿No podría hacerse algo parecido con las nuevas materias impulsadas por el colectivo LGTBI que no son de contenido científico-cultural sino moral-ideológico?    
Creo que a eso se refiere la iniciativa de Vox sobre el “pin escolar”. La respuesta del Gobierno no se ha hecho esperar. La Ministra de Educación, Isabel Celáa ha pontificado: “No podemos pensar que los hijos pertenecen a sus padres”. Irene Montero, Ministra de Igualdad, ha tachado de homófobos a los padres que reclamen el derecho constitucional a controlar la educación religiosa y moral de sus hijos. Ya en su propuesta de ley LGTBI de 2017, Podemos negaba a los padres el derecho a impedir que sus hijos de 10 años conocieran la variedad de prácticas sexuales a su alcance, y que sus hijos adolescentes cambiaran de sexo a los 16 años.  
Estos hechos me recordaron la aleccionadora historia de la asignatura “Educación para la Ciudadanía”, una versión light de las que ahora tratan de imponer. Más de 50.000 padres presentamos objeción de conciencia por entender que la asignatura se prestaba al adoctrinamiento de nuestros hijos en la ideología de género. El Tribunal Supremo, hace exactamente 21 años, sentenció la constitucionalidad de la asignatura no sin advertir que los padres conservábamos el derecho a denunciar los programas, libros, materiales y charlas que imponían ideologías que estimáramos nocivas para la formación de nuestros hijos. Bastó esta observación para que se desactivara el interés por “Educación para la Ciudadanía”.
Dos consejos al Gobierno y centros escolares ante la nueva ofensiva. Primero, respeten la libertad ideológica y, en particular, la libertad de educación en el marco de los derechos fundamentales recogidos en la Constitución. Segundo, analicen los problemas de forma científica; busquen la correlación del adoctrinamiento de género con el rendimiento académico en las aulas y con la violencia sexual observada en nuestros jóvenes. ¿O hay alguien que tema a la libertad y la ciencia?  

La Tribuna de Albacete (20/01/2020)