A los artífices del “procés independentista”
se les vio relativamente serenos en la sala de lo penal del Tribunal Supremo
(TS). Sabían que estaban en un Estado de Derecho y que no se les iba a juzgar
por los sentimientos de las masas enardecidas, ni por la opinión de políticos
enemigos; les juzgarían unos jueces profesionales sometidos a la ley. Dura lex sed lex.
La
defensa de los reos solo admitía una amonestación por desobediencia y
algaradas. La fiscalía solicitó 25 años de prisión por rebelión. Los jueces
acabaron condenando por sedición (13 años).
La sentencia no gustó ni a unos ni a otros, pero, en su fuero interno
todos musitaron: Dura lex sed lex.
El Tribunal
de Justicia de la Unión Europea resolvió la semana pasada una cuestión
prejudicial concluyendo que los eurodiputados adquieren sus derechos e
inmunidades desde la proclamación de los resultados electorales. Algunos políticos
y periodistas pusieron el grito en el cielo: “¡La justicia europea se alía con
el independentismo!”. Los jueces del TS se lo tomaron con más calma y
recordaron al Presidente del Parlamento Europeo (el Sr. Sassoli) que, según la
legislación vigente, un condenado en firme como el Sr. Junqueras perdía automáticamente
su condición de eurodiputado. David
Sassoli no tuvo más remedio que aceptarlo de oficio. Todavía quedan los
recursos finales ante el Tribunal Constitucional español y el Tribunal Europeo
de Derechos Humanos. Todos, incluidos los jueces del TS español, habrán de
acatarlos. Dura lex sed lex.
Nos gusten o
disgusten estas leyes y sentencias, hemos de congratularnos de vivir en un Estado
democrático de Derecho, basado en el imperio de la ley y la separación de
poderes. Los políticos pueden proponer cambiar las leyes, pero habrán de seguir
los procesos marcados por la legislación vigente. Dura lex sed lex.
La Tribuna de Albacete (13/01/2020)