Que conste que me había propuesto no hablar durante
una larga temporada de la política española (mejor dicho, “de la ausencia de
política”). Las circunstancias me fuerzan a romper mi compromiso. El Presidente
en funciones, ciudadano Sánchez, empieza a comprender que para evitar el
bloqueo de su investidura es necesario reformar la ley electoral. Su propuesta
me parece algo oportunista, simplista, de parcheado. A mi modesto entender la
reforma debe ser más seria y general. Estos son sus ingredientes
indispensables.
Coalición
electoral entre grandes y pequeños partidos del Parlamento español para aprobar
una ley orgánica electoral que obligaría en todos los niveles del Estado. No
creo que fuera necesaria una reforma constitucional. En caso de serlo, el
artículo 167 CE nos indica el camino para una reforma exprés Inmediatamente se
convocarían elecciones bajo las nuevas reglas de juego
La
circunscripción electoral se adecuaría al tipo de contienda: municipal para las
elecciones locales, regional para las elecciones autonómicas, nacional para las
elecciones generales.
Proporcionalidad
estricta entre el porcentaje de votos útiles y el de escaños. Se acabaron los
privilegios de algunos territorios y/o de sus partidos mayoritarios. Los
territorios estarían representados en el Senado, no en el Congreso.
Si
un partido consigue entre el 40 y el 50% de los escaños, se le “regalarían” los
necesarios para llegar a la mayoría absoluta del Congreso. Si ningún partido obtiene el 40% de los
escaños, se procedería a una segunda vuelta.
El objetivo de esta propuesta es asegurar la
gobernabilidad del país, eliminar las posibilidades de bloqueos / chantajes y
exigir plena responsabilidad a los gobiernos en las próximas elecciones. Hemos
de ser conscientes que no estamos ante una situación excepcional que
desaparecerá con el paso del tiempo. Es la situación normal en sistemas
multipartidistas que amenaza con paralizar la acción y responsabilidad de los
políticos.
La Tribuna de Albacete (15/07/2019)