miércoles, 24 de julio de 2019

La cara oculta de la luna


Esta semana hemos celebrado una efeméride muy significativa, la llegada del hombre a la luna. Neil Armstrong, el primer hombre en pisar suelo lunar, lo certificó en una frase memorable: “Un pequeño paso para el hombre y un gran salto para la humanidad”.
               Esta fue la cara visible de la llegada del hombre a la luna, retransmitida en directo a 500 millones de personas. La cara oculta del proceso tiene otros matices que también conviene conocer y valorar. Nos encontrábamos en plena guerra fría. EE.UU. y la URSS competían por ser la primera potencia en todos los órdenes. Miedo daba la carrera de armamentos; parecía abocarnos a la tercera y última guerra mundial. La carrera espacial, en cambio, abría nuevos horizontes a la humanidad. Las hazañas espaciales de la década de los sesenta ponen de manifiesto el potencial de la competencia: espabila a los individuos, a las empresas y a los propios estados.
               La segunda lección es la necesidad de la cooperación interestatal en asuntos que interesan a toda la humanidad. El proyecto espacial se desinfló a partir del programa Apolo por la sencilla razón de que el cociente “beneficios inmediatos / costes” era deficitario. Apolo XI costó lo mismo que el muy rentable Canal de Panamá. Pero los estados pueden y deben pensar en rentabilidades a largo plazo y en los beneficios que no se agotan en una parcela del planeta.
               El desarrollo de internet y su democratización es la prueba más evidente. La potencia del ordenador que comunicaba a los astronautas con la NASA era menor que la de uno de nuestros móviles. Aunque no hayan encontrado en la luna ningún metal útil, la investigación que trajo consigo ha transformado la vida en el planeta tierra. Todos hemos salido ganando.

La Tribuna de Albacete (22/07/2019)