lunes, 11 de marzo de 2019

Igualdad y libertad



 El 8 de marzo de 2018 las marchas de mujeres por la igualdad lograron cifras récord en España, muy superiores a las de cualquier otro país. El 8 de marzo de 2019 las cifras se han doblado. ¿Satisfechas/os? No, lo que importa es avanzar paso a paso en la dirección correcta. Los riesgos de divagar sin avanzar o de avanzar deprisa en la dirección equivocada, son evidentes.
Riesgo de dirigir las marchas de las mujeres contra los hombres. De poco sirven las leyes contra el maltrato, si simultáneamente estamos alimentando el odio, la crispación y la desconfianza. A las estadísticas me remito, el número de mujeres asesinadas sigue aumentando.
Riesgo de aliarse con ideologías que socavan la dignidad de la persona humana. La primera es la ideología marxista que necesita del conflicto para avanzar y solo ha conseguido la igualdad por abajo: “todos/as igual de miserables”. La segunda es la ideología de género que niega la propia naturaleza sexual del ser humano y proponen soluciones tan aberrantes como el cambio de sexo.
Riesgo de igualar lo desigual hasta anular el “genio femenino”, esa capacidad de ver a personas más allá de los números y tratarles como tales. Está demostrado: un equipo educativo, científico, político, o empresarial funciona mucho mejor si sabe integrar las singularidades de mujeres y hombres.
Riesgo de ambicionar el mismo poder que los hombres para repetir sus mismos errores. Cuando una persona egoísta consigue más poder no suele ser para servir mejor sino para dominar al prójimo. ¿Y qué decir del dinero? La avaricia no tiene límites y justifica la corrupción.
Riesgo de confundir fines y medios. Lo que importa no es tanto la igualdad de resultados, como la igualdad de oportunidades.
Riesgo de aniquilar la libertad que es otro derecho tan fundamental como la igualdad. Ampliemos el espectro de elecciones para las mujeres, y dejemos que ellas elijan por sí mismas. ¿O es que no confiamos en la mujer?
La Tribuna de Albacete (11/03/2019)