domingo, 10 de febrero de 2019

VTC (para empezar)


En las últimas semanas, los enfrentamientos entre taxistas y VTC (Vehículos de Transporte Concertado) ha acaparado las portadas de los telediarios y la prensa. El conflicto viene de más atrás y afecta a otros muchos sectores. Amazon lleva varios años desangrando al comercio tradicional del que dependen tantos puestos de trabajo en nuestro propio barrio. Los hoteles que han hecho grandes inversiones y pagan fuertes impuestos se quejan de que particulares puedan alquilar sus habitaciones a turistas con los que contactan con internet. Las universidades tradicionales tememos que nuestros alumnos se matriculen en los cursos on line lanzados por prestigiosas universidades. Y así sucesivamente.
Los efectos disruptivos de la competencia no son nuevos, aunque es evidente que internet los ha generalizado y agravado. Hace un siglo, los fabricantes de velas se rebelaron contra las empresas eléctricas y los artesanos de carruajes contra la industria del automóvil. Como era de esperar, se impusieron las empresas capaces de suministrar el mejor servicio al menor coste. La novedad de los conflictos actuales es que internet facilita un asalto a casi todos los sectores tradicionales y para llevarlo a cabo puede bastar un ordenador portátil y, eso sí, una buena dosis de ingenio.
El resultado podría ser el desmoronamiento del entramado institucional que permitió en el siglo XX la prosperidad económica y el estado del bienestar. ¿De qué sirve la fijación de un salario mínimo y otras normas protectoras del trabajador por cuenta ajena, si los repartidores se autoproclaman “empresarios autónomos”? ¿Y cómo financiarán los estados sus generosos servicios sociales si desaparecen las empresas que emiten facturas regulares sobre ventas, compras y retribuciones, facturas que son la base de los impuestos?
A problemas nuevos soluciones originales. Pero paciencia, que la penúltima revolución tecnológica y social no ha hecho más que empezar.
La Tribuna de Albacete (11/03/2019)