Las sesiones
parlamentarias debieran retransmitirse fuera del horario infantil y marcadas con tres
asteriscos para advertir que lo que allí se dice y, sobre todo, la manera de
decirlo, es lo contrario de lo que a niños y adultos les conviene aprender. Nuestro
paisano San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia universal, dirigió a mediados
del siglo XVI una carta “A un Señor de estos reinos”. Reproduzco algunos
párrafos por si sirviera de ayuda a los políticos del siglo XXI, obcecados como
están por sus intereses personales, el orgullo y la ira.
“Mire y
remire el que gobierna república si tiene esta fortaleza de amor, que, como
fuerte vino, le embriague y saque de sí y de sus intereses y pase a ser padre
de muchos con el amor y esclavo de ellos con el trabajo”.
“Ser el
gobernador amigo de su parecer es cosa muy peligrosa y contraria a la
prudencia, como en otra cualquier persona; y antes se ha de escoger un hombre que
sepa menos, si conoce su falta y la remedia con el consejo de los más sabios,
que otro que sepa más y está confiado que es él el que acierta y los otros no”.
“Un filósofo
dijo, y con mucha razón, que la ira y la aceleración en los negocios son
enemigos del buen consejo; y así conviene mucho mirar que el que ha de ser
lumbre de los otros no tenga él su ojo ciego con la ira”.
“Y
particularmente debe huir de palabras injuriosas y mal criadas, porque éstas
antes suelen dañar que enmendar (…) Justo ha de ser el gobernador, y si fuere
menester, riguroso en sus obras, mas en las palabras blando y muy comedido”
La Tribuna de Albacete (17/12/2018)