domingo, 21 de octubre de 2018

De drogas y zombis



El pasado mes de mayo entró en mi despacho Paúl, un chico joven, aunque no tanto como mis alumnos. Me explicó que vendía pequeñas macetas para sostener una fundación contra la drogadicción. “Sabe, es que yo he sido drogadicto y ahora trato de agradecerles el bien que me han hecho”. Le respondí que le compraría una planta si me respondía a una pregunta que me inquietaba. “¿Qué opinas de la propuesta de legalizar la droga para evitar las muertes que resultan de su adulteración y el narcotráfico y cosas por el estilo?”  Su respuesta fue contundente: “Mire, si yo hubiera tenido droga fácil hace tiempo que habría muerto de una sobredosis. Y si, al regresar a casa tras la desintoxicación hubiera podido comprar droga en la farmacia de la esquina yo hubiera recaído a los cuatro días”. “En realidad, concluyó, mi voluntad hacía tiempo que había muerto; solo anhelaba droga, cada vez más droga y cada vez más dura”.
Las palabras de Paúl y el olor de la hierbabuena que le compré, revivieron en mi memoria cuando escuché al líder de Podemos la semana pasada. Aprovechando la legalización del cannabis en Canadá, sugirió que España tenía la posibilidad de convertirse en un referente para toda Europa si se adelantaba en la legalización. Y que sería una suculenta fuente de ingresos para las arcas del Estado; no para comprar armas que matan sino atender a nuevos gastos sociales.
Me quedé con ganas de buscar a Paúl y llevarle al Congreso. Recordaría, a nuestras ingenuas señorías, que la droga seguirá matando físicamente a unos pocos y matará la voluntad de la creciente mayoría que se anime a probarla.
Claro, si lo que nuestras señorías buscan es crear una sociedad de zombis…
 La Tribuna de Albacete (22/10/2018)