domingo, 8 de julio de 2018

Moción al Cuarto Poder

En la primera semana de julio el termómetro del Congreso de los Diputados alcanzó cotas solo comparables a las de una moción de censura. El PSOE coló la propuesta en el hemiciclo a través de un decreto-ley contra el que el PP formuló inmediatamente un recurso de inconstitucionalidad. La portavoz del PSOE, Adriana Lastra, celebró la recuperación de la independencia y el pluralismo en RTVE tras la negra etapa del PP. El popular Ramón Moreno lo tachó de “decretazo redactado por Podemos al más puro estilo bolivariano”.  
¿Le extraña al lector tanta pasión por una simple renovación de cargos? A mí no. El 1 de junio culminó la moción de censura para destituir al líder del poder ejecutivo. El 1 de julio empezó la moción de censura para hacerse con el cuarto poder de un estado moderno, el de los medios de comunicación.
Si aceptamos que el control de la información que beben los ciudadanos-electores constituye un auténtico poder, habrá que buscar los medios para asegurar su independencia. Lo primero es garantizar la libertad de expresión que conlleva la libertad de empresa en el sector audiovisual. Algo hemos avanzado en este camino. Lo segundo, asegurar la neutralidad de los medios públicos de comunicación, los que viven del dinero de los contribuyentes. Para ello resultan aconsejables mandatos largos y renovables por partes. Ellos elegirían al director entre sus miembros con acreditada experiencia en el mundo audiovisual. Éste comparecería anualmente ante el Parlamento para responder a las legítimas dudas sobre eficacia, transparencia e independencia que diputados y senadores puedan tener.   
Buena noticia si los políticos se enteraran por la prensa del cambio de director.  Si se demostrara que la neutralidad política en los medios audiovisuales resulta poco menos que imposible, todavía quedaría la opción de prescindir de ellos. Es lo que ha ocurrido con la prensa y no parece que vaya tan mal. 
La Tribuna de Albacete (09/07/2018)