Cincuenta
años han transcurrido desde Mayo del 68. Un repaso de los grafitis pintados en
las calles París nos ayudarán a entender el significado de aquella revolución
estudiantil que pretendía poner el mundo patas arriba. El espacio del que
dispongo solo da para copiar los grafitis de aquellos estudiantes anónimos.
Confío al lector la tarea de valorarlos y reírse (si procede).
Los alumnos
de la Universidad de Nanterre y de la Sorbona resaltaron el carácter cultural y
ético de su revolución. Su objetivo principal era romper los moldes impuestos
por los poderes fácticos del pasado y del presente. “Sexo libre”. “Prohibido
prohibir”. “Creatividad, espontaneidad, vida”. “No queremos un mundo donde la
garantía de no morir de hambre se cambia por el riesgo de morir de
aburrimiento”. “Un policía duerme en cada uno de nosotros. Es necesario
matarlo”. “Lo sagrado, ahí está el enemigo”. “La sociedad es una flor
carnívora”. “Civismo rima con fascismo”.
Proponen la
democracia directa liderada por la imaginación de aquellos jóvenes y sabios
estudiantes que se adueñaron de las calles. “La imaginación al poder”. “Seamos
realistas, pidamos lo imposible”. “Decreto el Estado de Felicidad Permanente”.
“Mis deseos son la realidad”. “La calle vencerá”. “Viva la democracia directa”.
“Exagerar, esa es nuestra arma”. “La insolencia es la nueva arma
revolucionaria”.
Detrás de
estas proclamas se vislumbra un modelo marxista que empieza a criticar a Lenin
y Stalin para apoyar a Trotsky y Mao. Pero la economía no puede imponer límites
a sus magníficos planes. “No negociéis con los patrones, abolidlos”. “El patrón
te necesita, tú no necesitas al patrón”. “Ni robot ni esclavo”. “La economía
capitalista está herida. ¡Que reviente!”
Para acabar
unas palabras sobre educación. Procediendo de estudiantes universitarios seguro
que esconden una sabiduría profunda. “En los exámenes responda con preguntas”. “Examen =
servilismo; promoción social = sociedad jerárquica”. “Olvídese de todo lo que
ha aprendido, empiece a soñar”. “Profesores, ustedes nos hacen envejecer”.
La Tribuna de Albacete (21/05/2018)