lunes, 8 de enero de 2018

Tiempo de construir

            Entre las felicitaciones recibidas para Año Nuevo me quedo con esta. “Todo tiene su momento y cada cosa su tiempo bajo el cielo: tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de plantar, tiempo de arrancar; tiempo de matar, tiempo de sanar; tiempo de destruir, tiempo de construir; tiempo de llorar, tiempo de reír; tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar; tiempo de arrojar piedras, tiempo de recogerlas;  tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; tiempo de guardar, tiempo de arrojar; tiempo de rasgar, tiempo de coser; tiempo de callar, tiempo de hablar; tiempo de amar, tiempo de odiar; tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas?” (Eclesiastés 3, 1-10)
                Por todos estos momentos pasa el ser humano a lo largo de su vida. Cada año los vivimos revueltos en el grupo social al que pertenecemos. Sucedieron en el 2017 y se repetirán en el 2018, por más que nos deseemos “felicidad”, “paz”, “suerte”… No es realista pensar que tendremos un año apacible con los vientos recogidos o soplando siempre a nuestro favor. Un buen año lo consigue quien sabe aprovechar la fuerza del viento, independientemente de la dirección hacia donde sople.
                La clave para conseguirlo estriba, por tanto, en nuestra disposición personal. ¿Qué opción tomaré a lo largo del año que comienza? ¿Destruir o construir? ¿Arrancar o plantar? ¿Rasgar o coser? ¿Arrojar piedras o recogerlas? ¿Preparar la guerra o sembrar la paz? En definitiva, ¿odiar o amar? 
                Las opciones constructivas requieren más esfuerzo, pero son las únicas que dan eficacia y sentido a nuestras fatigas. Desconfío de quienes prometen el paraíso en la tierra para el 2018. Todavía más de quienes nos liberan del esfuerzo personal, echando balones al tejado del gobierno o de la fortuna. 
La Tribuna de Albacete (08/01/2018)