Cuando coincido con algún independentista, con el
ánimo de quitar hierro al asunto, limito mi intervención a una pregunta. “¿Qué responderías
tú a la delegación de una provincia, comarca, área metropolitana o municipio que
reclama la independencia respecto al resto de Cataluña?” Advirtiendo el apuro
de mi interlocutor, añado: “Piénsalo con tranquilidad y cuando tengas una respuesta,
me la cuentas. Sólo has de saber que yo te responderé con tus propias palabras
cuando reclames la secesión de Cataluña respecto al resto de España”. Nunca
tuve una respuesta cerrada a mi pregunta. Tal vez la consideraban irrelevante.
¿Para qué molestarse en responder a problemas que nunca llegarán?
¡Y de pronto
emerge Tabarnia en el mapa de Cataluña! Tabarnia pone en evidencia que la sociedad
occidental y el estado de derecho donde se apoya, amenaza ruina si cada región se
arroga el derecho a independizarse a las bravas. Tabarnia es un espejo que afea
al independentismo. Un eco que te ataca con sus propios argumentos. “Independicémonos
de la Cataluña interior que nos roba a base de subvenciones”. “Apartémonos de los anti demócratas que no se
atreven a autorizar a los tabarneses un pacífico referéndum de secesión”. Y así
sucesivamente.
Lo mejor de
los tabarneses es su sentido del humor. ¡Dios se lo conserve! Las autoridades,
sin embargo, están obligadas a dialogar y a tomar decisiones serias. Nada de
veleidades. Si yo estuviera en la Generalitat diría a los independentistas tabarneses.
“Cuando vuestra delegación represente el 75% de los ciudadanos del territorio, nos
sentaremos a debatir”. Si yo estuviera en el Gobierno de España diría a los
independentistas catalanes: “Cuando vuestra delegación represente el 75% de
ciudadanos de Cataluña, nos sentaremos a debatir”. Mientras tanto, disfrutemos
de lo mucho que nos une.
La Tribuna de Albacete (22/01/2018)