domingo, 14 de enero de 2018

Año de nieves

“Año de nieves, año de bienes”, dice el refranero. Y como los agricultores se lo creían, aquel año sembraban más, trabajaban los campos con esmero y no escatimaban el abono. La mayoría conseguía una cosecha espléndida. Normal, ¿no?
Este tipo de fenómenos aparecen en múltiples facetas de la actividad humana. Los economistas hablan de “self fulfilled prophecies”: profecías que se cumplen por el mero hecho de creer en ellas. Imaginemos que los organismos económicos repiten por activa y por pasiva que la crisis ya está superada, que los empresarios se creen el anuncio y se animan a emprender nuevos negocios o ampliar los existentes. El resultado no puede ser otro que la recuperación del empleo.
Lamentablemente, la nieve causa también estragos y hay quien los aprovecha para linchar al adversario político. Si un millar de vehículos quedan atrapados en la autovía, estos agoreros de desastres culparán primero a la Dirección General de Tráfico y luego al Consejero o Ministro del ramo con el objetivo final de fulminar al Presidente de la Comunidad o de la Nación. La nieve en invierno y el fuego en verano, se utilizan para desgastar a los gobernantes y conseguir con los gritos de los indignados lo que no consiguieron con los votos de los ciudadanos.

Estos episodios, que se repiten año tras año, ponen de relieve que vivimos en una sociedad híper-politizada. Nos interesa convertir al Gobierno en el responsable último de todas nuestras desgracias y esperar a que nos saque las castañas del fuego. La responsabilidad personal queda cada vez más diluida. Poco a poco vamos perdiendo la capacidad de prevenir los riesgos y para afrontarlos con entereza. Si se anuncia nieve, somos nosotros, conductores, los responsables de cargar las cadenas o posponer el viaje. Si sabemos que la economía avanza de forma cíclica hemos de estar preparados, intelectual y psicológicamente, para un cambio de trabajo y, tal vez, de domicilio. Ciertamente, es más fácil culpar al Gobierno de todo lo malo que nos ocurre. Pero, ¿sirve de algo?
La Tribuna de Albacete (15/01/2017)