Un medio sencillo de inyectar competencia
en el sistema educativo
La semana pasada se dio el pistoletazo de
salida hacia el gran pacto educativo que la tierra hispana añora como agua de
mayo. Hay que acabar con la perniciosa tradición de cambiar la ley de educación
cada vez que llega al poder un partido con mayoría absoluta. Desde el
Ministerio de Educación se está organizando la comisión de 82 expertos que
habrán de alumbrar un pacto en seis meses. Estos sabios (como se les llaman
ahora) representarán a todos los sindicatos de la enseñanza (hasta 13 he
contado yo) y a las organizaciones de padres de escuelas públicas, privadas y
concertadas, amén de los partidos políticos con escaño.
Me surgen
algunas dudas. ¿Sobre qué puntos han de ponerse de acuerdo? Evidentemente, no
es lo mismo acordar unos principios y objetivos generales, que cerrar un
curriculum para todos los colegios españoles, para cada curso y para cada
asignatura. ¿Serán capaces de llegar a algún acuerdo eficaz tantos grupos con
intereses e ideologías tan enfrentadas? Me temo que el gran pacto educativo
podría convertirse en el gran parto de los montes que alumbró un ratón. Más de
lo mismo, pero todos contentos porque han recibido alguna subvención adicional
para esto, lo otro o lo de más allá
El pacto
educativo se simplificaría mucho y conseguiría mejores resultados si nos
atreviéramos a introducir el “vale escolar”. La figura se sustenta sobre tres
patas: (1) Libertad de gestores y profesores para crear centros educativos y para
organizarlos; (2) Libertad de los padres para escoger el colegio que les parece
más adecuado para sus hijos; (3) Reválidas al final de cada etapa que reflejen
los resultados de unos centros que persiguen metas comunes por vías diferentes.
No será fácil que prospere el
vale escolar. Las calles pronto se llenarían de pancartas en defensa de una
enseñanza “de calidad, gratuita y pública”. Los defensores del vale escolar
asumimos plenamente los dos primeros calificativos. Tampoco tenemos nada contra
la escuela pública. Sólo contra el monopolio público en la enseñanza que, como
cualquier otro monopolio, redunda en menor calidad del producto final, despilfarro
de medios y pérdidas de libertad. El vale escolar es un medio sencillo de
inyectar competencia en el sistema educativo, competencia que ayudará a
resolver de forma libre, responsable y pacífica los problemas que vayan
surgiendo en el quehacer educativo. Se me agota el espacio. Los interesados pueden
seguirme en la conferencia que impartiré el jueves 23 de febrero a las 18:30 en
la Diputación Provincial de Albacete.
La Tribuna de Albacete (20/02/2017)