El mayor insulto a la ciencia, a
la inteligencia y al sentido común
Cada época
tiene sus temas tabú. En nuestra sociedad libertaria uno puede hacer y decir
todo lo que quiera... Todo menos
criticar la ideología de género. La gran revolución de finales del siglo XX que
aspira a convertirse en la nueva religión del siglo XXI; la única, la
verdadera. Tan verdadera que no admite réplica. Si este escrito llegara al Gran
Hermano, me colgarían el sambenito de “homófobo”, lo que me aproximaría a la
muerte política y civil. Por favor, lector, extrema también tú las
precauciones. Podrías correr la misma suerte, si el Gran Hermano descubriera
que estás leyendo este artículo y asientes.
Todo empezó
en el Mayo del 68, mezcla explosiva del marxismo y el feminismo radical. Tras el
fiasco comunista, sus líderes se refugiaron en la ONU y se han ido
reproduciendo por cooptación. De ahí les viene el poder. Aspiran, ni más ni
menos, a “deconstruir” nuestra civilización patriarcalista; hacer tabula rasa y volver a empezar desde cero.
El primer paso, borrar toda diferencia entre hombres y mujeres. Con operación o
sin ella, uno es del sexo que quiere ser y la sociedad está obligada a
reconocerlo.
La gran
revolución y religión del siglo XXI está liderada por el colectivo LGBT:
lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. Me dirás, querido lector, que tú les
respetas y nunca has discriminado contra nadie. Te advertiré que ellos no se
contentan con esa actitud pasiva. Exigen que aceptemos y aplaudamos cada una de
sus iniciativas y que les confiemos la educación de nuestros hijos. Les urge
desembarazarse de unos padres que aman a sus hijos hasta el punto de vigilar el
alimento que otros meten en sus bocas y mentes.
Lector, cierra
los ojos que voy a concluir y no quiero implicarte en mis conclusiones. La
Ideología de género constituye un insulto a la ciencia, la inteligencia y el sentido
común, un insulto que solo puede progresar por el método del embudo. Un ataque
frontal a la libertad de pensamiento, expresión y educación, que avergüenza a
cualquier demócrata. La ideología y embudología de género acabarán hundiéndose
por el peso de sus propias contradicciones, no me cabe la menor duda. Desgraciadamente,
por el camino dejará un reguero de vidas truncadas. Y un despilfarro de
recursos públicos para solucionar los problemas que ellos mismos están creando.
La Tribuna de Albacete (5/12/2016)