domingo, 4 de diciembre de 2016

Embudología de género

El mayor insulto a la ciencia, a
la inteligencia y al sentido común

Cada época tiene sus temas tabú. En nuestra sociedad libertaria uno puede hacer y decir todo lo que quiera...  Todo menos criticar la ideología de género. La gran revolución de finales del siglo XX que aspira a convertirse en la nueva religión del siglo XXI; la única, la verdadera. Tan verdadera que no admite réplica. Si este escrito llegara al Gran Hermano, me colgarían el sambenito de “homófobo”, lo que me aproximaría a la muerte política y civil. Por favor, lector, extrema también tú las precauciones. Podrías correr la misma suerte, si el Gran Hermano descubriera que estás leyendo este artículo y asientes.
Todo empezó en el Mayo del 68, mezcla explosiva del marxismo y el feminismo radical. Tras el fiasco comunista, sus líderes se refugiaron en la ONU y se han ido reproduciendo por cooptación. De ahí les viene el poder. Aspiran, ni más ni menos, a “deconstruir” nuestra civilización patriarcalista; hacer tabula rasa y volver a empezar desde cero. El primer paso, borrar toda diferencia entre hombres y mujeres. Con operación o sin ella, uno es del sexo que quiere ser y la sociedad está obligada a reconocerlo.
La gran revolución y religión del siglo XXI está liderada por el colectivo LGBT: lesbianas, gays, bisexuales y transexuales. Me dirás, querido lector, que tú les respetas y nunca has discriminado contra nadie. Te advertiré que ellos no se contentan con esa actitud pasiva. Exigen que aceptemos y aplaudamos cada una de sus iniciativas y que les confiemos la educación de nuestros hijos. Les urge desembarazarse de unos padres que aman a sus hijos hasta el punto de vigilar el alimento que otros meten en sus bocas y mentes.

Lector, cierra los ojos que voy a concluir y no quiero implicarte en mis conclusiones. La Ideología de género constituye un insulto a la ciencia, la inteligencia y el sentido común, un insulto que solo puede progresar por el método del embudo. Un ataque frontal a la libertad de pensamiento, expresión y educación, que avergüenza a cualquier demócrata. La ideología y embudología de género acabarán hundiéndose por el peso de sus propias contradicciones, no me cabe la menor duda. Desgraciadamente, por el camino dejará un reguero de vidas truncadas. Y un despilfarro de recursos públicos para solucionar los problemas que ellos mismos están creando. 
La Tribuna de Albacete (5/12/2016)