domingo, 11 de diciembre de 2016

Embudología de género (y II)

La Biología ha demostrado que hombres y mujeres
se diferencian en todas y cada una de sus células


“La Ideología de género constituye un insulto a la ciencia, a la inteligencia y al sentido común”.  La conclusión de mi último artículo es tan fuerte que reclama alguna aclaración. En ello estoy. Su misma carta de presentación (“ideología de género”) insinúa que la diferenciación entre hombres y mujeres no se basa en algo natural como el sexo sino en algo tan movedizo como la cultura y los prejuicios sociales. “No naces mujer, te hacen mujer”, vociferaba Simonne de Beauvoir por las calles de Paris en Mayo del 68.
La dicotomía natural (hombre y mujer) queda difuminada en una correa sin solución de continuidad: heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales... Además –concluye el colectivo LGBT–, ¿por qué dar tanta importancia al sexo si uno puede cambiarlo en el momento que desee tras una operación quirúrgica y la inyección de tantas hormonas como haga falta?
Semejantes despropósitos provocarían la carcajada de los científicos y de cualquier persona con un mínimo de sentido común. Bajo la diversidad física, al alcance de los ciegos, aparece la genética. La Biología ha demostrado que mujeres y hombres nos diferenciamos en todas y cada una de las células. Esta diversidad genética (cromosomas XX o XY) explica no sólo diferencias en los órganos genitales sino también en el cerebro. No debiera extrañarnos, pues, la diversidad que observamos en los sentimientos, preferencias y comportamientos mayoritarios entre hombres y mujeres.
El feminismo radical (los y las) ya no se contenta con buscar la conciliación laboral/familiar y la no discriminación por sexos u orientación sexual. Le molesta saber que existen mujeres que aman la maternidad y no se arredran ante los sacrificios que entraña. Anne Cambell, profesora de Psiquiatría Evolutiva, en la Universidad de Durham, lo explica desde el paradigma darwiniano: “Si las mujeres son las que dan a luz, amamantan y crían a los hijos, sería muy sorprendente que no hubiese algún tipo de mecanismo psicológico que les ayudase a cumplir sus tareas, propiciando que esas labores resulten placenteras para ellas”.  

Vamos, que la ciencia moderna, confirma lo que hombres y mujeres de todas las culturas y épocas históricas conocían por su experiencia y sentido común. Una ciencia y sentido común que el colectivo LGBT nos quiere hacer olvidar con el método del embudo.
La Tribuna de Albacete (12/12/2016)