lunes, 19 de diciembre de 2016

Como un árbol que crece

Una canción para felicitar la Navidad

La Navidad ya está aquí. Sus mejores pregoneros, esos abetos que presiden las plazas y rincones de todo el mundo. ¡Bonito símbolo, el del árbol de Navidad!  A mí me recuerda una canción que aprendí de niño: “Como una árbol que crece seguiré mi camino”. Fijaos si debe ser antigua que no la he encontrado ni en internet. No me ha quedado más remedio que tirar del hilo de la memoria para recuperarla. 
La primera estrofa reza así: “No hay ninguna frontera hacia el cielo infinito, al azul que me llama seguiré mi camino”. ¡Qué altos y rectos suben los abetos! Se dirían atraídos por la luz del cielo. La necesitan, de hecho, para llegar a su plenitud. También nosotros estamos invitados a mirar a lo alto y esforzarnos por llegar a las altas metas que corresponden a nuestra dignidad. Si pasamos el día mirándonos el ombligo, acabaremos encorvados. Si olvidamos nuestra dimensión trascendente, nos condenamos a malvivir a ras de tierra.
“Mis hermanos me llaman, muchas veces a gritos, con los brazos abiertos seguiré mi camino”.  La altura del abeto guarda relación con la amplitud de sus ramas. Gracias a ellas consigue la estabilidad que necesita. La altura del ser humano es proporcional a su capacidad de acoger a muchas personas y, con su ejemplo y sus obras, animarles a crecer. La sociedad no es una colección de individuos; nos necesitamos unos a otros para crecer.
“Me ha sitiado la noche con su nieve y su frío, pero sé que mañana seguiré mi camino”.  En invierno, cubiertos de noche y nieve, los abetos no pueden crecer hacia arriba, pero siempre pueden hacerlo hacia abajo. Esas raíces profundas le permitirán resistir las sequías del verano y los huracanes del otoño. Tampoco las personas podemos librarnos de las noches del alma. ¿Las afrontamos con paciencia y esperanza? ¿Las aprovechamos para ahondar raíces?

¿Qué hacer para asegurar que el abeto de nuestras vidas crece recto, con las ramas extendidas para acoger a muchos y las raíces profundas para resistir todo lo que caiga encima? No sé. El truco que utilizamos en casa consiste en colocar el nacimiento al pie del abeto. Desde el abeto de Belén deseo a mis lectores: ¡Feliz Navidad y un año 2017 todavía mejor! 
La Tribuna de Albacete (19/12/2016)