Una canción para felicitar la Navidad
La Navidad
ya está aquí. Sus mejores pregoneros, esos abetos que presiden las plazas y
rincones de todo el mundo. ¡Bonito símbolo, el del árbol de Navidad! A mí me recuerda una canción que aprendí de
niño: “Como una árbol que crece seguiré mi camino”. Fijaos si debe ser antigua
que no la he encontrado ni en internet. No me ha quedado más remedio que tirar
del hilo de la memoria para recuperarla.
La primera estrofa
reza así: “No hay ninguna frontera hacia el cielo infinito, al azul que me
llama seguiré mi camino”. ¡Qué altos y rectos suben los abetos! Se dirían
atraídos por la luz del cielo. La necesitan, de hecho, para llegar a su
plenitud. También nosotros estamos invitados a mirar a lo alto y esforzarnos
por llegar a las altas metas que corresponden a nuestra dignidad. Si pasamos el
día mirándonos el ombligo, acabaremos encorvados. Si olvidamos nuestra dimensión
trascendente, nos condenamos a malvivir a ras de tierra.
“Mis
hermanos me llaman, muchas veces a gritos, con los brazos abiertos seguiré mi
camino”. La altura del abeto guarda
relación con la amplitud de sus ramas. Gracias a ellas consigue la estabilidad
que necesita. La altura del ser humano es proporcional a su capacidad de acoger
a muchas personas y, con su ejemplo y sus obras, animarles a crecer. La sociedad
no es una colección de individuos; nos necesitamos unos a otros para crecer.
“Me ha
sitiado la noche con su nieve y su frío, pero sé que mañana seguiré mi camino”. En invierno, cubiertos de noche y nieve, los
abetos no pueden crecer hacia arriba, pero siempre pueden hacerlo hacia abajo.
Esas raíces profundas le permitirán resistir las sequías del verano y los
huracanes del otoño. Tampoco las personas podemos librarnos de las noches del
alma. ¿Las afrontamos con paciencia y esperanza? ¿Las aprovechamos para ahondar
raíces?
¿Qué hacer
para asegurar que el abeto de nuestras vidas crece recto, con las ramas
extendidas para acoger a muchos y las raíces profundas para resistir todo lo
que caiga encima? No sé. El truco que utilizamos en casa consiste en colocar el
nacimiento al pie del abeto. Desde el abeto de Belén deseo a mis lectores:
¡Feliz Navidad y un año 2017 todavía mejor!
La Tribuna de Albacete (19/12/2016)