domingo, 8 de mayo de 2016

Más Unión Europea

Integración y subsidiariedad son los dos pilares 
donde descansa el arco de bóveda de la UE

El viernes desayuné, comí y cené “Unión Europea”. A primera hora asistí a un debate con uno de los más prestigiosos economistas europeos, Paul de Grauwe. A la pregunta de quién sería el más perjudicado por el Brexit respondió: “La economía de Gran Bretaña se resentiría tanto que votarán por quedarse dentro. Para el resto de la UE, la salida de GB sería una bendición. Los europeístas de razón y corazón podrían empezar a construir ese estado federal necesario para una integración de la política monetaria y fiscal”.
               A medio día el presidente Francés, François Hollande, avanzó que el 24 de junio, justo después del referéndum británico y con independencia de su resultado, se publicará un manifiesto firmado por Francia y Alemania. Esperaban la adhesión inmediata de Italia, España, Bélgica y Portugal. El resto les seguiría con más o menos entusiasmo. La crisis del euro y de los refugiados, unidas al auge de grupos populistas y xenófobos, han alentado unos vientos de insolidaridad que por primera vez en su historia soplan a favor de la fragmentación. No podemos consentir, concluyó, que los antieuropeistas se hayan apropiado del micrófono. Hay que avanzar hacia esa “ever closer union” enunciada en el primer documento de la UE.
               En las noticias de la noche escuché las palabras del Papa Francisco ante las autoridades de la UE que le habían concedido el Premio Carlo Magno por sus esfuerzos de construir una Europa más fraterna. Pidió volver al espíritu integrador de los fundadores de las CEE. Ellos fueron capaces de olvidar una guerra atroz cuando todavía sangraban las heridas y nos han regalado sesenta años de paz ininterrumpida, algo inaudito en la milenaria historia europea. Pidió políticas centradas en los rostros más que en los números, que promuevan y protejan los derechos de cada uno, sin olvidar los deberes. Alentó a las instituciones europeas a liderar con su ejemplo el respeto de todos y cada uno de los derechos humanos.
               El viernes me acosté un poco más europeo. Me propuse contrarrestar con mi pluma la marea de nacionalismos rancios alimentados por el orgullo, el odio y la exclusión. Hay que demostrar con razones y hechos las ventajas de la integración. Una integración que puede y debe respetar a todos y dejar vía libre a la iniciativa de los niveles inferiores de gobierno, hasta llegar al individuo.  Integración y subsidiariedad son las dos piedras que sostienen el arco de bóveda de la UE.
La Tribuna de Albacete (09/05/2016)