O trabajar en China o trabajar
en un chino
o crear tu propia empresa y trabajar más que un chino
Hace un par de
días me visitó el hijo de un viejo amigo. Estaba preocupado por sus posibilidades
de trabajo a medio plazo. Medio en broma, medio en serio le respondí: “O trabajar
en China; o trabajar en un chino; o crear tu propia empresa y trabajar más que un
chino”.
Posiblemente
fui demasiado brusco. Mis consejos hubieran sido más esperanzadores de haberme
visitado un día después, tras la publicación de la Encuesta de Población
Activa. 525.000 puestos de trabajo en 2015 es una noticia esperanzadora. Pero
no; me reafirmo en mi respuesta. Yo estaba pensando en las fuerzas
estructurales que presionan sobre la economía occidental. Esas fuerzas no se alteran
por un buen resultado de la economía española.
La primera
es la competencia China y de otros países en vías de desarrollo. Siempre ha
resultado difícil competir vía precios con un país cuyos salarios pueden ser
cuatro veces inferiores. La novedad ahora es que ese país también está en
condiciones de emular nuestra tecnología y la calidad de los productos. La
economía occidental tiene una China en el zapato.
La segunda
fuerza estructural, la segunda china en el zapato, se llama Internet. El
huracán Internet entró a través de las comunicaciones para acabar transformando
las relaciones sociales y laborales. Nuestras madres soñaban en vernos
funcionarios o trabajando para una gran empresa multinacional. ¿Quién no desea
un puesto de trabajo tranquilo y estable?
“Por favor, Pepe, coloca a mi hijo en la Junta, aunque tenga que
trabajar”. La anécdota se la oí a José Bono, expresidente de Castilla – La
Mancha.
Para bien o para mal, estos
sueños y prácticas son cosa del pasado. En un mundo globalizado y en red
(“www”), esos gigantes burocráticos difícilmente pueden resistir los golpes
bajos de los competidores chinos o de las empresas minúsculas que cada día emergen
en la red. Al joven que me visitó no le vi muchas ganas de irse a China o
trabajar en un chino. Sí ha de considerar muy en serio la posibilidad de crear su
propia empresa. Sólo necesita una buena idea compartida por un grupo de amigos
y muchas, pero que muchas ganas de trabajar. Casi todos los empresarios que yo
conozco trabajan más que un chino.
La Tribuna de Albacete (01/02/2016)