lunes, 1 de febrero de 2016

Dos chinas en el zapato

O trabajar en China o trabajar en un chino 
o crear tu propia empresa y trabajar más que un chino

Hace un par de días me visitó el hijo de un viejo amigo. Estaba preocupado por sus posibilidades de trabajo a medio plazo. Medio en broma, medio en serio le respondí: “O trabajar en China; o trabajar en un chino; o crear tu propia empresa y trabajar más que un chino”.
Posiblemente fui demasiado brusco. Mis consejos hubieran sido más esperanzadores de haberme visitado un día después, tras la publicación de la Encuesta de Población Activa. 525.000 puestos de trabajo en 2015 es una noticia esperanzadora. Pero no; me reafirmo en mi respuesta. Yo estaba pensando en las fuerzas estructurales que presionan sobre la economía occidental. Esas fuerzas no se alteran por un buen resultado de la economía española.
La primera es la competencia China y de otros países en vías de desarrollo. Siempre ha resultado difícil competir vía precios con un país cuyos salarios pueden ser cuatro veces inferiores. La novedad ahora es que ese país también está en condiciones de emular nuestra tecnología y la calidad de los productos. La economía occidental tiene una China en el zapato.
La segunda fuerza estructural, la segunda china en el zapato, se llama Internet. El huracán Internet entró a través de las comunicaciones para acabar transformando las relaciones sociales y laborales. Nuestras madres soñaban en vernos funcionarios o trabajando para una gran empresa multinacional. ¿Quién no desea un puesto de trabajo tranquilo y estable?  “Por favor, Pepe, coloca a mi hijo en la Junta, aunque tenga que trabajar”. La anécdota se la oí a José Bono, expresidente de Castilla – La Mancha.
Para bien o para mal, estos sueños y prácticas son cosa del pasado. En un mundo globalizado y en red (“www”), esos gigantes burocráticos difícilmente pueden resistir los golpes bajos de los competidores chinos o de las empresas minúsculas que cada día emergen en la red. Al joven que me visitó no le vi muchas ganas de irse a China o trabajar en un chino. Sí ha de considerar muy en serio la posibilidad de crear su propia empresa. Sólo necesita una buena idea compartida por un grupo de amigos y muchas, pero que muchas ganas de trabajar. Casi todos los empresarios que yo conozco trabajan más que un chino.
La Tribuna de Albacete (01/02/2016)