Las instituciones europeas
amenazan con convertirse
en un teatro de comedias
Hace un par
de semanas tuve la suerte de asistir a una conferencia de Martin Schulz sobre
la posible salida de Gran Bretaña de la UE, el Brexit. El Presidente del
Parlamento Europeo habla alto y claro: “A micrófono cerrado he oído muchas
veces Let the British go out. Pero la
UE no sería la misma si faltara el RU. Hemos de estar dispuestos a hacer
concesiones siempre que no quebranten los principios básicos de la Unión, a
saber, la libre circulación de personas y la igualdad de derechos de los
europeos en cualquier parte de su territorio”.
El jueves y viernes
de la semana pasada, el Primer Ministro británico, David Cameron, aguantó 30
horas de reuniones hasta convencer a sus colegas de la necesidad de un trato
especial que empieza por la congelación del derecho a la sanidad y educación para
emigrantes con menos de siete años de residencia; no importa que trabajen y
paguen impuestos en el RU. Martin Schulz estaba presente y calló.
Lo curioso
del caso es que el propio Cameron es partidario de la permanencia en la UE y en
otras ocasiones había criticado todo tipo de discriminación personal. Lo único
que solicitaba el viernes era alguna concesión que le sirviera para calmar a
los dos tercios de euroescépticos de su propio partido (los Tories). En el
referéndum del 23 de junio de 2016, posiblemente ganará el SÍ a la permanencia.
Lo que no está claro es que los británicos queden satisfechos. En las próximas
elecciones volverán a chantajear a la UE si no les ofrece algún privilegio
adicional.
Las instituciones europeas
amenazan con convertirse en un teatro de comedias. La tragedia no sería la
separación de un país euroescéptico, eso forma parte de los postulados de una
confederación. Lo peor sería que los eurófilos perdieran el norte del proyecto
europeo que, por mucho que les pese los británicos, es tanto económico, como
social y político. Hay que mejorar el diseño de las instituciones europeas. Hay
que atajar las raíces del problema de la inmigración ilegal. En esos puntos
estamos todos de acuerdo. Pero habrá que reformar la UE desde dentro y con el
fin de que funcione mejor. Imposible llegar a buen puerto, si el ritmo
La Tribuna de Albacete (22/02/2016)