domingo, 21 de febrero de 2016

Brexit

Las instituciones europeas amenazan con convertirse 
en un teatro de comedias

               Hace un par de semanas tuve la suerte de asistir a una conferencia de Martin Schulz sobre la posible salida de Gran Bretaña de la UE, el Brexit. El Presidente del Parlamento Europeo habla alto y claro: “A micrófono cerrado he oído muchas veces Let the British go out. Pero la UE no sería la misma si faltara el RU. Hemos de estar dispuestos a hacer concesiones siempre que no quebranten los principios básicos de la Unión, a saber, la libre circulación de personas y la igualdad de derechos de los europeos en cualquier parte de su territorio”.
El jueves y viernes de la semana pasada, el Primer Ministro británico, David Cameron, aguantó 30 horas de reuniones hasta convencer a sus colegas de la necesidad de un trato especial que empieza por la congelación del derecho a la sanidad y educación para emigrantes con menos de siete años de residencia; no importa que trabajen y paguen impuestos en el RU. Martin Schulz estaba presente y calló.
Lo curioso del caso es que el propio Cameron es partidario de la permanencia en la UE y en otras ocasiones había criticado todo tipo de discriminación personal. Lo único que solicitaba el viernes era alguna concesión que le sirviera para calmar a los dos tercios de euroescépticos de su propio partido (los Tories). En el referéndum del 23 de junio de 2016, posiblemente ganará el SÍ a la permanencia. Lo que no está claro es que los británicos queden satisfechos. En las próximas elecciones volverán a chantajear a la UE si no les ofrece algún privilegio adicional.
Las instituciones europeas amenazan con convertirse en un teatro de comedias. La tragedia no sería la separación de un país euroescéptico, eso forma parte de los postulados de una confederación. Lo peor sería que los eurófilos perdieran el norte del proyecto europeo que, por mucho que les pese los británicos, es tanto económico, como social y político. Hay que mejorar el diseño de las instituciones europeas. Hay que atajar las raíces del problema de la inmigración ilegal. En esos puntos estamos todos de acuerdo. Pero habrá que reformar la UE desde dentro y con el fin de que funcione mejor. Imposible llegar a buen puerto, si el ritmo 
La Tribuna de Albacete (22/02/2016)