lunes, 12 de octubre de 2015

Atrapados en la red

Lo único que permanece es la persona 
y su necesidad de encontrar sentido a la vida

La semana pasada se celebró la cuarta jornada Universitas-UCLM, foro de discusión sobre las bases antropológicas de la ciencia y la cultura. El tema de este año: “La revolución de las TIC. ¿Una nueva era de la humanidad?”
Por supuesto que sí. La típica división de la historia en edades (antigua, media, moderna y contemporánea) denota una asombrosa carencia de criterio e imaginación. La clave está en esos inventos que transforman las formas de producir los bienes que necesitamos para vivir y las formas de relacionarnos con los demás. La rueda marca un antes y un después en la historia de la humanidad. Otro tanto cabe decir de la imprenta y de la máquina a vapor. Internet es una revolución con mayúsculas. Ha acelerado el ritmo de la historia como nunca jamás. Lo único que permanece es la persona y su necesidad de encontrar sentido a la vida.
De ello hablaron Amando de Miguel, el sociólogo de España durante muchas décadas, y Carlos Barrabés, pionero de la economía digital que en 2014 recibió al premio DAVOS a emprendedores capaces de cambiar el mundo. María Lozano coordinó la mesa redonda sobre “humanización y deshumanización en las redes sociales”. Participaron el profesor Antonio Barnés y los alumnos José Luis Navarro y Ángel Alcarria. El último desde Suecia por skype y a coste cero. ¡Las ventajas de Internet!

Sobre el tapete de la mesa redonda se pusieron los riesgos de esta era digital que ha venido para quedarse. Internet, red de redes, engancha apersonas de todas edades y condiciones. Las redes sociales atrapan a las personas que encuentran más agradable vivir en el mundo virtual fabricado a su medida que en la realidad que les toca vivir. Humanizan cuando nos acercan a los lejanos; deshumanizan cuando nos alejan de los cercanos. Nos hacen vivir para contar en lugar de vivir para saborear lo que tenemos delante y para ayudar al “próximo” con nuestra sonrisa y algún que otro empujón. Dilatan nuestros horizontes a costa de restar profundidad a nuestra propia vida. Corremos el riesgo de perder la capacidad de meternos dentro de nosotros para preguntarnos por las cosas importantes de esta vida.

La Tribuna de Albacete (12/10/2015)